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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Ella se ruborizó levemente, un ligero estremecimiento agitó sus hombros como si de súbito sintiera frío e interrumpiéndose en medio de una frase insignificante, se acercó a la butaca que antes ocupaba y con la mayor naturalidad del mundo tomó una manteleta de encaje y se cubrió con ella.
Ingeniosa y lista, descosió dobladillos y lorzas hasta que la tela rozó completamente el borde de los zapatos. Luego, unas maniobras semejantes hicieron al corpiño extender sus delanteros sobre el seno túrgido de la niña. La manga, menos dócil, dejaba ver el antebrazo alabastrino. Se miró al espejo, y asombrada de sí misma, se ruborizó.
Presentación se ruborizó levemente con estas palabras y dirigió una mirada rápida hacia el rincón, tropezando sus ojos vivarachos con los suaves y místicos de Llot, que estuvieron posados buen rato sobre ella.
María es una muchacha y parece una abuela. ¿Acaso su corazón permanecerá siempre sumido en la tristeza y no se abrirá á más dulces sensibilidades? María se ruborizó y volvió los ojos. Tragomer me ha confiado sus intenciones. Sé cuál fué su proceder, pero también conozco cuánta fué tu severidad.
El Libertador de la América del Sud, reducido ya á la simple condicion de ciudadano, el 8 de Mayo salió para Cartagena con objeto de pasar á Europa; y al despedirse de los constituyentes, herido en lo intimo de su noble corazon de patriota, no por su separacion del alto cargo que hasta alli habia ejercido, el cual tantas y tantas veces como al presente renunciara leal y dignamente, ni tampoco lastimado en su ambicion, puesto que solo se retiraba "rico de honores y de gloria;" pronunció estas notables palabras: Me ruborizo al pensarlo, pero la independencia es el único bien que hemos conquistado á costa de todos los demás.
Mi atención estaba por completo fija en Cecilia, que se acercó tranquilamente a Enrique presentándole sus frescas y sonrosadas mejillas. El joven apenas las rozó con sus labios. No se ruborizó, no palideció, no perdió el conocimiento, como yo esperaba: estuvo tranquilo y sereno. Decididamente, me dije, es un héroe.
Además, los que mandan en eso de las obras del río tienen unos anteojos muy largos que lo descubren todo de lejos... Celinda se ruborizó, al mismo tiempo que intentaba protestar. ¡Si me parece muy bien! siguió diciendo la mestiza . Ese don Ricardo es un buen mozo y excelente persona. Un gran marido para usted, si es que don Carlos, con el geniazo que Dios le ha dado, no se opone.
Hermosa dama, la vida no carecerá jamás de poesía para los que tengan la dicha de ver a usted. Este cumplimiento fue disparado con una tal ampulosidad de galantería burguesa, que toda la asamblea aplaudió. El señor Domet se ruborizó hasta el blanco de los ojos y miró las puntas de sus zapatos. Pero la señora Chermidy le llamó de nuevo a la cuestión.
El Obispo al ver al Magistral se ruborizó, como un estudiante de latín sorprendido por sus mayores con la primera tagarnina. «¿Qué era aquello?», quería decir la mirada del Magistral, que saludó a las señoras inclinándose con gracia y coquetería inocente. «¡Unas señoras con el Obispo! ¡Y ningún caballero las acompañaba! Esto era nuevo». Cosas de Visitación.
La joven se ruborizó ligeramente y replicó con viveza: He leído en El Conde de Montecristo que el tabaco turco era un perfume y yo sé que aquí, a la vista de las riberas de Turquía, no se fuma de otro. No se trata de esos nauseabundos cigarros que usaba usted y cuya sola vista me hace daño.
Palabra del Dia
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