United States or Norway ? Vote for the TOP Country of the Week !


En tres consecutivas ocasiones, al pasar a caballo por delante de la casa de su pupila, había visto el severo tutor a un individuo que rondaba alrededor del edificio y que al verle escurrió el bulto, no sin que Amaury notase una perfecta semejanza entre él y su ex amigo Felipe.

Por la tarde, ya ensillado el caballo del señorito, próxima la hora del tren que había de tomar fuera del pueblo, rondaba Rita el cuarto del viajero, muy compungida. Al salir le dió el médico la mano, y le dijo revelando preocupación secreta: Si ocurre algo en Rucanto me escribes o me telegrafías, ya te diré adonde. Se despidieron.

Buscó en la cerca de espinos una brecha que conocía de la época en que rondaba la casa. La pasó, y sus pies se hundieron en la tierra fina y arenisca de las calles de naranjos. Sobre las copas de estos aparecía la casa blanquecina bajo la luna, brillando como plata las canales del tejado y los antepechos de las ventanas. Todas estaban cerradas: la casa dormía.

Sufría privaciones; el hambre rondaba en torno de él señalándolo como uno de sus siervos; pero pertenecía, por su aspecto y sus costumbres, a la raza de los felices. Era un señorito.

Al ver cómo rondaba por cerca del caldero, aproximó su mano derecha á este valentón, manteniendo encorvado el dedo índice y sostenido por el pulgar. De repente el dedo encorvado se disparó para quedar rígido, pillando por en medio al bigotudo jayán, y lo envió á través del aire, haciéndolo caer de cabeza en la hoguera.

Salió don Bernardino satisfecho, muy satisfecho; en el saloncito tropezó con un empleadillo, que traía la carpeta de notas a la firma de S. E. y rondaba la entrada del despacho, esperando el fin de la entrevista, y Esteven pasó erguido, sin dignarse atender a la mirada provocativa que los ojillos de víbora del cuñado le lanzaron, desde el fondo del salón rojo.

¡Ah! esclamó Simoun, y cogiéndose la cabeza con ambas manos se quedó inmovil. Se acordaba de haber oido en efecto el toque de agonías mientras rondaba en los alrededores del convento. ¡Muerta! murmuró en voz tan baja como si hablase una sombra, ¡muerta! muerta sin haberla visto, muerta sin saber que vivía por ella, muerta sufriendo...

Había echado unas carnazas y unas barbas de a pulgada, que no parecía el mismo: aquel mozo lánguido del chaqué avellana, que rondaba el barrio, escapado del almacén, donde llevaba los libros, sino un rentista satisfecho y protector.

Körner y el primo Sebastián, de quien ahora estaba enamorado el tío Nepomuceno, que le metió en sus negocios de muy buen grado, y haciéndole que se interesara en ellos por motivos de lucro, notaron a un mismo tiempo, y se comunicaron la observación, que hacía algunas semanas Bonifacio oía muy atento sus conversaciones acerca de las fábricas, y hasta rondaba las mesas del escritorio y miraba de soslayo los papeles que traían y llevaban.

Tenía absoluta confianza en su elocuencia y sabía que más tarde ó más temprano llegaría á convencerla. Lo peor era que Antoñico rondaba la costa. En cuanto salían de casa ya lo tenían encima. En el Perejil, en la plaza de Mina, en todas partes se pegaba á Soledad como una lapa. La joven, en vez de huirlo, parecía buscarlo, le mostraba un semblante risueño y satisfecho.