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Mi amita le había conocido en la iglesia, y el pérfido amor se apoderó de ella, mientras rezaba; pues siempre fue el templo lugar muy a propósito, por su poético y misterioso recinto, para abrir de par en par al amor las puertas del alma. Malespina rondaba la casa, lo cual observé yo varias veces; y tanto se habló en Vejer de estos amores, que el otro lo supo, y se desafiaron.

Pero el valeroso Doroteo despreciaba estas invenciones de la malevolencia. ¡Qué hombre ilustre carece de envidiosos! Había perdido su timidez de los primeros tiempos de la revolución, cuando rondaba en torno de los caudillos principales como un oficial de lealtad perruna, siempre dispuesto á encargarse de las misiones peligrosas.

Rafaelito habíase retirado a su cuarto en la madrugada, y las hermanas permanecían clavadas en sus sillas, bostezando de cansancio, con un gesto de extrañeza y de miedo, como si presintieran que la muerte rondaba por la puerta de la alcoba. La madre indignábase al hablar de los médicos. ¡Vaya una gente ignorante! Todo lo echaban en palabrotas raras e ininteligibles.

Su espíritu de mortificación era grande y su severidad de costumbres tanto más meritoria cuanto que se veía continuamente acosado por tenaces tentaciones, que el Demonio hacía surgir con preferencia de los mismos pasajes de la Escritura, revestidas de suntuosidad y desprendiendo un olor raro y voluptuoso de Oriente. Noche y día rondaba el Tentador en torno de su alma.

Persona de tanta significación como lo era el alcalde don Leonardo Henriquez, rondaba la noche del 14 de Agosto por el barrio de la Feria, acompañado de sus alguaciles, y había más que mediado la noche, cuando acertó á tropezar en su marcha con unos soldados, de lo cual vino á surgir el lance que á unos y á otros costó bien caro.

Mas poco a poco, el tumulto fué creciendo... Ahora acababa de espiar por un postigo, y todo el populacho de Tien-Hó rondaba en torno de la hospedería... ¡La diosa Kaonine no se había satisfecho con la sangre del gallo negro!

El día que no había comida de campo había cena en la casa hasta la madrugada. La vecindad estaba escandalizada. La policía rondaba. Villalonga y yo como dos insensatos... ¡Ay, qué par de apuntes!... Pero hijo, está lloviendo... a me ha caído una gota en la punta de la nariz... ¿Ves?... Aprisita, que nos mojamos.

Y en el silencio del claustro se besaron sin ruido, largamente, como si llorasen con las bocas juntas la miseria de su pasado y la brevedad de un amor en torno del cual rondaba la muerte. Arriba, el lamento de Beethoven seguía desarrollando sus inflexiones dolorosas, esparciéndose por las entrañas de la catedral dormida.

El perro rondaba el fúnebre catafalco, estirando el hocico, queriendo lamer las frías manecitas de cera, y prorrumpía en un lamento casi humano, un gemido de desesperación, que ponía nerviosas á las mujeres y hacía que persiguiesen á patadas á la pobre bestia. Al mediodía, Teresa, escapándose casi á viva fuerza del cautiverio en que la guardaban las vecinas, volvió á la barraca.

El francés, hombre sobrio, parsimonioso en sus gastos y exento de ambiciones, sonreía ante las grandezas de su cuñado. Tenía á Karl por un excelente compañero, aunque de un orgullo pueril. Recordaba con satisfacción los años que habían pasado juntos en el campo. No podía olvidar al alemán que rondaba en torno de él cariñoso y sumiso como un hermano menor.