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Actualizado: 8 de julio de 2025


Yo soy, consorte amada, el que primero Di el parecer que todos pereciesemos Antes que al insufrible desafuero Del Romano poder sujetos fuesemos, Y en el morir no pienso ser postrero, Ni lo serán mis hijos.

Cuando érais ratona no estábais tan flaca como ahora. Sólo habéis conservado el color pardo de vuestro cutis. ; ¡ya te conozco! ¡ eres Aquiles!! BEATRIZ. ¿Es posible? ¡Aquiles! ¡Cuántos hombres grandes contemplo en este día! CARLINO. ¿Cómo? ¡El diablo me lleve! ¿Yo Aquiles? Pero ¿quién era Aquiles? ¿No fué un Emperador romano? Jornada tercera.

Usad el medio del humilde ruego, Si quereis que se escape vuestro cuello De probar el rigor y filos diestros Del Romano cuchillo y brazos nuestros.

En mala hora para los gentiles llega la noticia de la retirada desastrosa del ejército romano y de la muerte del heróico emperador. Los cristianos cobran entonces mayores bríos. En las calles y plazas de Palmira se traba sangrienta y reñida batalla. Quedan en ella vencidos los gentiles y muere el nieto de Apeles.

Contentáos con el lote conquistado, con ese admirable sentido práctico que os distingue entre los hombres; multiplicad los productos de Chicago y las balas de algodón; vivid libres y felices bajo el amparo de la Constitución que os rige; poblad, edificad, trazad rutas nuevas; pero no olvidéis nunca a aquel general romano que amenazaba a los encargados de llevar una estatua de Fidias, de Atenas a Roma, con hacérsela rehacer si llegaban a destruirla.

Ya sabe que tengo rica cinta celeste y blanca, y coco con los colores de la patria para que usted se sirva cuando regrese el ejército de campaña. Como usted ha de adornar su frente... ¡De seguro! con usted y con toda su tienda cuento... ¡Ah! la muerte del Conde romano no me permite gozar de la noticia por completo. Vamos, vamos, Julio, y mi tía me indicó el camino para salir.

Si ya la Hambre, nuestra amiga fida, No tuviera tomado con instancia A su cargo, de ser fiera homicida De todos quantos viven en Numancia, Fuera de tu voluntad cumplida, De modo que se viera la ganancia Facil y rica que el Romano huviera, Harto mejor de aquella que se espera.

La ciudad era la urbe del tiempo romano, rodeada de leguas y más leguas de terreno, sin un pueblo, sin una aldea; sin otras aglomeraciones de vida que los cortijos, con sus siervos del jornal, mercenarios de la miseria, que se veían reemplazados apenas los debilitaba la vejez o la fatiga; más tristes que el antiguo esclavo, que al menos veía seguros hasta su muerte el techo y el pan.

¿Y para qué necesita saber derecho romano si es marqués? replicó con audacia irritante la joven. La disputa prosiguió con acritud por ambas partes, sobre todo por la de Tristán. Sin embargo, Escudero hizo callar a su hija, porque después de lo que Tristán había revelado era disculpable su cólera. Al entrar de nuevo Tristán en su cuarto después del almuerzo, encontró allí a su amigo García.

Vosotros os venceis, que estais vencidos Del baxo antojo femenil liviano, Con Venus y con Baco entretenidos, Sin que á las armas estendais la mano. Correos agora, sino estais corridos, De ver que este pequeño pueblo Hispano Contra el poder Romano se defienda, Y quando mas rendido, mas ofenda.

Palabra del Dia

chapuzones

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