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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Ni siquiera le faltaban a doña Inés ocasiones en que ejercitar las raras virtudes del prudente disimulo para no dar escándalos, de la santa conformidad con la voluntad de Dios y de la longanimidad benigna para perdonar las ofensas. Bien sabía toda la gente del lugar los malos pasos en que don Alvaro Roldan solía andar metido.
Y no se me replique en esto, si no fuere con las condiciones que puso Cervino al pie del trofeo de las armas de Orlando, que decía: nadie las mueva que estar no pueda con Roldán a prueba.
Ambas mujeres fueron a plantificarse en un pequeño claro, inmediato a los escaños en que estaba el Ayuntamiento y don Paco y don Andrés; claro que el respeto y la humildad de otras mujeres habían contribuido a formar, y en cuyo límite, no distante, se hallaba doña Inés López de Roldan, la cual tomó aquella intrusión por desaforado atrevimiento, y ardió en sed de imponerle pronto y severo castigo.
Guárdale, amigo, que por ahora no le he menester; que antes me tengo de quitar todas estas armas y quedar desnudo como cuando nací, si es que me da en voluntad de seguir en mi penitencia más a Roldán que a Amadís.
Mi cómplice es Doña Blanca Roldán de Solís. El P. Jacinto se llenó de asombro, abrió los ojos y la boca y se santiguó muy deprisa media docena de veces, soltando estas piadosas interjecciones: ¡Ave María Purísima! ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento! ¡Jesús, María y José!
De esa manera, ocultos los vascongados detrás de las malezas en las pendientes de las montañas de Altabiscar, esperaban al ejército francés del paladín Roldán, que debía penetrar en el estrecho paso de Roncesvalles.
-Ferido no -dijo don Quijote-, pero molido y quebrantado, no hay duda en ello; porque aquel bastardo de don Roldán me ha molido a palos con el tronco de una encina, y todo de envidia, porque ve que yo solo soy el opuesto de sus valentías.
El cual, gustando de oírle decir tan grandes disparates, le preguntó que qué sentía acerca de los rostros de Reinaldos de Montalbán y de don Roldán, y de los demás Doce Pares de Francia, pues todos habían sido caballeros andantes.
Y, hablando entre sí mesmo, decía: -Si Roldán fue tan buen caballero y tan valiente como todos dicen, ¿qué maravilla?, pues, al fin, era encantado y no le podía matar nadie si no era metiéndole un alfiler de a blanca por la planta del pie, y él traía siempre los zapatos con siete suelas de hierro.
El 10 de Febrero de 1493 dice el Diario: «En la carabela carteaban ó echaban punto Vicente Yáñez y los pilotos Sancho Ruiz y Pero Alonso Niño y Roldán, y todos ellos pasaban mucho adelante de las islas Azores, al Este, por sus cartas, y navegando al Norte ninguno tomaba la isla de Santa María, ques la postrera de todas las de los Azores, antes serían delante cinco leguas e fueran en la comarca de la isla de la Madera ó de Porto Santo.
Palabra del Dia
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