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Actualizado: 24 de junio de 2025


Judit no cabía en de gozo; hubiera deseado que todo el mundo la viese. Y para colmo de embriaguez, en la calle de la Paz divisó a dos de sus compañeras, a las que saludó con toda la afabilidad que da la dicha. Eran dos primeras partes que aquel día iban a pie. Al fin, el coche se detuvo junto a la verja de la calle de Rívoli.

Si á esto se añade que casi todos los pisos bajos son establecimientos de lujo, iluminados con profusion, así como las 76 travesías, no será difícil representarse el panorama que ofrecerá de noche la calle de Rívoli.

Eran ya las nueve cuando nos dirigiamos hácia la plaza de la Concordia, con el objeto de seguir la calle de Rívoli hasta la casa de la Ciudad ú hotel de Ville. Antes de penetrar en la calle, quisimos ver la perspectiva que presentaban los campos Elíseos iluminados, así como la plaza de la Concordia. ¡Espectáculo magnífico por cierto!

Cerca de anochecer llegué á la antiquísima ciudad de Palencia, cuya calle Mayor pudiera compararse en longitud ya que ni por asomo en hermosura á la calle de Rivoli de París. Toda es de columnas y pilastras, que forman soportales de forma irregular. Pasarán de mil estos informes pilares de piedra que sostienen viejísimas casas cargadas de escudos heráldicos.

Con estos asaltos, y con la recogida del CRISTIANISMO Y DEL PROGRESO, vive Dios que no dejaré de echar luz. La persona allegada á Lesperut partió, y nosotros seguimos por la calle de Rívoli, á coger la Plaza de Vendome. ¿Cuánto te ha pedido? me pregunta con grande y justa sorpresa mi mujer. Nada, contestó inmediatamente. No me hables sobre el particular.

Si ese monumento no fuese tan magnífico, seria menos palacio; pero seria más iglesia. Diciendo y haciendo, cogí la escalera, y la señora se quedó mirándome, como una persona que piensa y que no acaba de comprender su propio pensamiento. =Día sexto=. Calle de Rívoli, casa de la Ciudad, columna de Julio, arco del Triunfo, campos Elíseos. ¿Se vive aquí mejor que en otros puntos?

¿Ve usted? explicaba Sardiola . ¿Ve usted este lado del edificio y el otro que hace esquina con él? Pues es la fonda. ¿Pero ve usted ese otro que forma el tercer lado del cuadro? es la casa de Don Ignacio; cae a la calle de Rívoli.... ¿Ve usted esas escaleritas que desembocan en el jardín? por ahí se sube al comedor... lo tienen en la planta baja: ¡un comedor muy hermoso! Toda la casa es muy buena; el padre de Don Ignacio ganó muchísimo.... ¿Ve usted ese arbolito que hay ahí, al lado de la escalera? ¿ese platanillo desmedrado? ahí sacaba el señorito a su mamá, que parece que se murió de una cosa que no cómo le dicen, pero vamos, que es hincharse mucho el corazón... y como le daban unos ahogos tan fuertes a veces, y se quedaba sin aliento, lo mismo que un pez fuera del agua, había que traerla al jardín... toda la anchura le era poca, y solía estarse ahí una hora resollando.... ¡Si viera usted al señorito! aquello se llama cuidar a una persona... le sostenía la cabeza, le calentaba los pies con sus manos, le daba cuatro mil besos por hora, le hacía aire con un abanico.... ¡vamos, era cosa de ver! Alma más buena, no la echó Dios al mundo, ni volverá a echarla en todo el siglo que corre.... El día que se murió, la santa bendita, quedó tan risueña... y tan natural, y tan guapa, con su pelo rubio...

¡Quién habia de decir á Felipe Augusto y á Luis XI que las ruinas de aquel Santo Oficio habian de servir para la construccion del puente nuevo, el más popular, el más liberalizado de Paris! ¡Cuántos senos ocultos tiene la historia de la humanidad! Nos volvimos á nuestro fiacre, y nos vimos de nuevo entrar en la calle de Rívoli, deshaciendo el camino andado.

En segundo término, hileras de casas á derecha é izquierda, simétricas en la forma, no en la direccion; despues un torreon colosal con jardin; luego la casa de la Ciudad con plaza extensa; por último, nuevas casas hasta la calle de San Antonio, la cual se prolonga hasta la plaza de la Bastilla. Esto es lo que se llama calle de Rívoli.

Aún despues de ver los campos Elíseos y la plaza de la Concordia, la hermosa galería de Rívoli no puede menos de ofrecer un espectáculo notable, algo penoso, si se quiere, porque nos agobia con la impresion que causa en nuestro ánimo toda obra grandiosa.

Palabra del Dia

cabalgaría

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