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Actualizado: 12 de junio de 2025
»Encomendóse asimismo a D.n Pedro Antonio Çaforteza, Receptor deste S.to Off.º para que tubiesse por bien de que corriesse á su quenta el entoldar el frontispicio de las Casas de la Inq.n y todo el circuito de su plaza, lo qual a su tiempo lo paró en execución como Cauallero y Ministro, adornándolo muy ricamente de tapicasias preciosas y cuadros primorosissimos, arqueando sus bocacalles, que todo hacía una ermosa perspectiva, y en ella en modo muy decente se puso el retrato del Ex.mo Sr.
Seguían luego, a caballo también, los trompeteros y los músicos tocando clarines y chirimías. Trescientos palafreneros, vestidos de seda, llevaban de la rienda otras tantas briosas y bellísimas alfanas, ricamente enjaezadas con gualdrapas y paramentos de brocado y caireles de oro. Iba en pos vistosa turba de pajes y de escuderos.
Llegóse más, y entre ellos vio una gallarda señora sobre un palafrén o hacanea blanquísima, adornada de guarniciones verdes y con un sillón de plata. Venía la señora asimismo vestida de verde, tan bizarra y ricamente que la misma bizarría venía transformada en ella.
El acto había estado brillantísimo; en el fondo del salón ocupaban un estrado, ricamente dispuesto, los cien alumnos del colegio, con sus uniformes azules y plata, agitados todos por la emoción, buscando con los ojillos inquietos, arreboladas las mejillas y el corazón palpitante, entre la muchedumbre que llenaba el local, al padre, a la madre, a los hermanos que habían de ser testigos y partícipes del triunfo.
No pequeña parte del castillo estaba muy cómoda, elegante y hasta ricamente amueblada aún, gracias al esmero cuidadoso de la Condesa viuda. Tapices flamencos cubrían las paredes de dos amplios salones. Los antiguos muebles se hallaban en perfecto estado de conservación. En las alcobas había camas de roble primorosamente esculpido y con colgaduras de damasco.
Se me presentó ricamente vestida de blanco, coronada de rosas blancas y más pálida que las rosas de su corona. Al darme la mano al pie de la escalera la sentí estremecerse; pero aquel estremecimiento pasó, y continuó serena hablando conmigo con suma naturalidad de cosas indiferentes.
Tan ricamente había pasado la noche y tan animado le hallé acabando de rezar sus oraciones acostumbradas, que me costó mucho trabajo reducirle a que no me acompañara hasta el portal.
Yo siempre creo que cuando menos lo pensemos nos vendrá el golpe de suerte, y estaremos tan ricamente, acordándonos de estos días de apuros, y desquitándonos de ellos con la gran vida que nos vamos a dar. Ya no aspiro a la buena vida, Nina declaró casi llorando la señora : sólo aspiro al descanso. ¿Quién piensa en la muerte?
A pesar de esto, la envidiaban también, porque esta clase de gente se parece mucho a los animales, en no vivir más que de la sensación presente; y el hecho era que allí, en el teatro, en aquel momento, la más ricamente vestida y alhajada era ella, Emma; y el público no se había de meter a discurrir y calcular quién podía y quién no lucir otro tanto.
Sucedió, pues, que la mañana de un día que volvían a Madrid a coger la garrama con las demás gitanillas, en un valle pequeño que está obra de quinientos pasos antes que se llegue a la villa, vieron un mancebo gallardo y ricamente aderezado de camino. La espada y daga que traía eran, como decirse suele, una ascua de oro; sombrero con rico cintillo y con plumas de diversas colores adornado.
Palabra del Dia
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