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Pensaba que con el título de duquesa, y tantísima riqueza acumulada en aquel palacio, D.ª Carmen debía de ser la mujer más feliz de la tierra. ¿Qué hace la viejecita? ¿qué hace? entró preguntando en tono medio brutal medio cariñoso, que revelaba bien la profunda indiferencia que su mujer le inspiraba. D.ª Carmen levantó los ojos sonriendo. Hola ¿eres ? Milagro, por aquí a esta hora.

Cornias, con la agilidad y presteza de un mono, empezó a cumplir la orden desanudando la estacha de proa para largarla. ¡Espera! le dijo de pronto Leto, con una inflexión de voz que revelaba algo de extraño para Cornias.

Calzaba pantuflas de distinto tamaño y color, una roja y otra azul, adquiridas al azar de la busca. La falda estaba matizada de grandes remiendos, pero bajo estos andrajos superpuestos aún se revelaba en varios sitios el bordado del primitivo terciopelo.

Cuando Vérod se le presentó, Ferpierre se sintió impresionado por su palidez cadavérica, por el abatimiento que toda su persona revelaba. Aquella noche de angustia había pasado por sobre el joven como una década entera: se había envejecido diez años. ¿Sigue usted todavía comenzó a preguntarle el juez en la misma opinión de ayer? ¿Cree usted todavía que su amiga ha sido asesinada?

Siempre había permanecido soltero; tenía una lengua como un hacha, con la que destrozaba las reputaciones; y en su maligno rostro, en sus ojos vivarachos y algo bizcos, en su nariz aguileña y en su boca sumida y burlona se revelaba cierta diabólica y punzante travesura.

En los rasgos de su fisonomía se revelaba una inteligencia notable, como la de quien hubiera cultivado de tal modo sus facultades mentales, que la parte física no podía menos que amoldarse á ellas y revelarse por rasgos inequívocos.

María Teresa chocada de aquel tono agresivo que revelaba un estado de alma que no se explicaba, pues Martholl no era para ella más que un amable indiferente, miró a Juan con sincera sorpresa: ¿Qué tiene usted, mi pobre amigo? Nunca lo he visto de tan mal humor. ¿Es de vernos flirtar un poco que se irrita usted así? ¿Hay grados, entonces, en el flirt?

Su cara había palidecido; sus grandes ojos negros, brillantes de fiebre, acompañaban singularmente la sonrisa resignada que se dibujaba en su boca. En fin, el alma se revelaba bajo aquella ruda envoltura y daba cierta belleza a su rostro severo. Su voz vibrante, ardiente, tenía gran encanto cuando, como en aquel momento, tomaba un acento de autoridad mezclada de dulzura.

El conde la detuvo con un gesto. Espera. Amalia permaneció inmóvil, con la mano en el marco de la puerta, clavándole una mirada penetrante. El conde siguió paseando todavía algunos momentos sin hacer caso de ella. Está bien dijo con voz enronquecida, parándose; no se efectuará el matrimonio. me dirás lo que debo hacer. Su rostro demudado revelaba la calma de la desesperación.

Pierrepont, cuya actitud revelaba una especie de descuido y desaliento, se preparaba a hacer sus tres últimos disparos; montaba su pistola, cuando un ligero rumor le hizo volver la cabeza y sus ojos encontraron los ojos de Beatriz, fijos en él con una expresión tal que aquella mirada penetró hasta sus huesos.