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Actualizado: 9 de mayo de 2025
¿Dónde está la señorita Lucía? preguntó brutalmente a Sardiola, que velaba. No sé... El fiel perro alzó los ojos y contempló las facciones descompuestas del marido, y una intuición rápida le dijo docenas de cosas. Miranda salió como un cohete, y recorrió las habitaciones llamando a Lucía a gritos. Silencio profundo. Entonces resueltamente salió al balcón, y bajó al jardín.
Entró Pavón resueltamente, y casi sin hablar palabra, se precipitó sobre el prior, y armado de un puñal lo hundió varias veces en el pecho de su víctima, que cayó en tierra sin poder defenderse.
Allí se detuvo; volvió a echar una mirada recelosa a entrambos lados de la calle, y entró resueltamente en el portal. Era amplio, con pavimento de guijarro como la calle, las paredes lisas y enjalbegadas de mucho tiempo, tristemente iluminado por una lámpara de aceite colgada en el centro.
Al encontrarlos en la calle, jamás levantaba la cabeza para recibir su saludo; y si alguno se dirigía á ella resueltamente, entonces indicaba en silencio la letra escarlata con un dedo, y continuaba su camino. Esto podría atribuirse á orgullo, pero se asemejaba tanto á la humildad, que producía en el espíritu del público todo el efecto conciliador de esta virtud.
Y yo necesito que el conde de Lemos vuelva. Entonces doña Catalina estará más contenida, porque un marido al fin es un marido, y, si pretende hacer algo, yo la haré callar. Del mismo modo haré que la duquesa de Gandía te sirva de cabeza. Conque ayudémonos resueltamente, duque, y no disputemos más.
De pronto me asaltó la idea de que mi visitante fuese el demonio en persona, pero luego, mi raciocinio se sublevó resueltamente contra esta suposición. Yo nunca creí en el diablo, como nunca tuve fe en Dios.
Mi tía Eugenia vive en Marín. Hace tiempo que no nos hablamos. Mi padre ha reñido con ella... pero ¿qué importa? ¿Y dónde está Marín? A una legua de aquí, camino de Lada. Vamos a allá repuso el joven resueltamente. Y echaron a andar a buen paso por el angosto camino de la cañada. La noche estaba más clara. El disco de la luna asomaba grande, rojo, inflamado, por encima de las montañas.
Había en aquella adhesión y cariño que toda la familia le mostraba, en lo franca y resueltamente que se ponían de su parte y rechazaban con horror a la extraviada hija y hermana, algo que a Gonzalo le conmovía y le sofocaba a un mismo tiempo.
El joven Toby que no había visto todavía al tiburón de los salones, porque el señor de Monthélin no iba a casa de la señora de Lerne, le tomó seguramente por un malhechor, y sin embargo, le demostró que no le temía. Bajose de las rodillas de su señora, y se apostó resueltamente delante de ella ladrando furiosamente, y aun atacando a su enemigo.
Y le referí atropelladamente lo que acabábamos de oír. ¡Vamos, hombre! ¡No puede ser! Estáis soñando. Vamos allá, y verás como no hay nada. ¡No! ¡No vayamos! Sí, dijo resueltamente, y emprendimos la marcha, él por delante. Al llegar a mi dormitorio y penetrar en él, reinaba el mayor silencio. ¿Lo ves? dijo mi amigo.
Palabra del Dia
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