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Actualizado: 5 de junio de 2025
Los habitantes de las pobres viviendas que guarnecen por aquellos sitios la carretera, se asomaban a las puertas y ventanas, reflejando en sus rostros más curiosidad que tristeza, y las comadres del barrio se decían de ventana a ventana algunas frases de compasión para el reo, y no pocos insultos para los que íbamos a verle morir.
Alzose de la silla y comenzó a dar vueltas por la estancia agitando el sombrero con frenesí. Todo su amor, sus tristezas y anhelos, los pensamientos todos que ocupaban su mente desde hacía tanto tiempo salieron de golpe en frases cortadas, incoherentes, que resonaron lúgubremente en la sala como la confesión de un reo en capilla.
La controversia concluyó, y María de la Paz, más dada al sermón que á la doctrina teológica, prosiguió arengando á Clara, que, sentada como un reo en el banquillo, estaba aterrada en presencia de tan severos jueces. La opinión de la mujer decía la matrona, es cristal finísimo que se empaña al menor soplo.
Viendo Zadig que era cosa muy peligrosa el saber en demasía, hizo propósito firme de no decir en otra ocasion lo que hubiese visto, y la ocasion no tardó en presentarse. Un reo de estado se escapó, y pasó por debaxo de los balcones de Zadig.
Todos me recomendaban el ánimo. ¡Mucho ánimo, ¿eh?, don Seferino! Me mimaban, me festejaban, andaban todos solícitos para traerme cualquier cosa que me apeteciese; pero siempre con una expresión entre dolorida y afectuosa, como si se tratase de un reo en capilla.
El asombro y placer por el pronto triunfo de su artificio; la satisfacción de ver confirmadas sus sospechas; un nuevo sentimiento de curiosidad causado por la soberbia jactancia de la reo; un sentimiento de compasión que secretamente y casi mal de su grado lo inclinaba a la indulgencia en el momento en que la confesión y la jactancia habrían debido hacerle más severo, embargaban a la vez su espíritu.
La prenda de este triste ya perdida, Y abscisa de su rostro ha recobrado, Y en prenda muchas veces de comida, A gentes en la isla la ha empeñado; Y apartase del pleito que pedida Tenia su justicia el desdichado, En trueco de que el reo allí le diese Algun maiz ó raices que comiese.
Algunos chicos, pregoneros de periódicos, chillaban ya desaforadamente: «La Salve que cantan los presos al reo que está en capilla». Desde que tengo uso de razón he sabido que existe la pena de muerte en nuestro país; y no obstante, siempre la he mirado del mismo modo que los autos de fe y el tormento; como una cosa que pertenece a la historia.
¡Sobrino de Montiño!... exclamó el duque . ¿Y no habéis afirmado más la prueba del parentesco del reo con el cocinero mayor? Sí; sí, señor; como el reo había ido á las cocinas en busca del que llamaba su tío, fuí á las cocinas yo. Era ya tarde y solo encontré á un galopín que se llama Cosme Aldaba.
Pasé todo el día inquieto y nervioso escuchando el toque de la campanilla fúnebre por todas partes. A la verdad, no puedo decidir si la campanilla sonaba realmente, o eran mis oídos los que la hacían sonar. Compré cuantos papeles se vendían por las calles referentes al reo, y los devoré con ansia.
Palabra del Dia
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