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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Topé en un paraje una compañía de farsantes que iban a Toledo. Llevaban tres carros, y quiso Dios que entre los compañeros iba uno que lo había sido mío del estudio en Alcalá, y había renegado y metídose al oficio. Díjele lo que me importaba ir allá y salir de la Corte; y apenas el hombre me conocía con la cuchillada, y no hacía sino santiguarse de mi per signum crucis.

»Dimos luego quinientos escudos al renegado para comprar la barca; con ochocientos me rescaté yo, dando el dinero a un mercader valenciano que a la sazón se hallaba en Argel, el cual me rescató del rey, tomándome sobre su palabra, dándola de que con el primer bajel que viniese de Valencia pagaría mi rescate; porque si luego diera el dinero, fuera dar sospechas al rey que había muchos días que mi rescate estaba en Argel, y que el mercader, por sus granjerías, lo había callado.

Inclinóse a la caña y el lienzo, hallé en él otro papel y cien escudos de oro, sin otra moneda alguna. Estaba allí el renegado, dímosle a leer el papel dentro de nuestro rancho, el cual dijo que así decía: Yo no , mi señor, cómo dar orden que nos vamos a España, ni Lela Marién me lo ha dicho, aunque yo se lo he preguntado.

Después que quedamos en esto, dijo el renegado que no tuviésemos pena, que él perdería la vida o nos pondría en libertad. »Cuatro días estuvo el baño con gente, que fue ocasión que cuatro días tardase en parecer la caña; al cabo de los cuales, en la acostumbrada soledad del baño, pareció con el lienzo tan preñado, que un felicísimo parto prometía.

Señor, aqui está Izuf el renegado. Entre, con intencion de aparejarse A obedecer en todo mi mandado, Sino, á fe que le trate en mi presencia Qual merece su necia inobediencia. Dónde están tus cautivos? Allá fuera. Quánto diste por ellos? Mil ducados. Yo los daré por ellos. No se espera De tu valor agravios tan sobrados. En esto me replicas? Da siquiera Algun alivio en parte á mis cuidados.

Y del lado contrario se objetaba que no era creíble que esas mismas personas, cuya actividad estaba por entero dirigida a obtener un fin condenado por los más, pero grande y casi sagrado por eso mismo, se perdieran en una aventura vulgar, cometiendo un inútil delito. ¿Cómo era posible que dos personas que habían renegado de la patria, de la familia, de la amistad, de todos los sentimientos que vinculan entre si a los hombres, y eso con el solo objeto de trabajar más libremente en la destrucción del mundo, hubieran traicionado su causa por obedecer a una pasión mezquina?

Cuanto más, que si la mora, como ella decía, daba dineros para rescatarlos a todos, que, estando libres, era facilísima cosa aun embarcarse en la mitad del día; y que la dificultad que se ofrecía mayor era que los moros no consienten que renegado alguno compre ni tenga barca, si no es bajel grande para ir en corso, porque se temen que el que compra barca, principalmente si es español, no la quiere sino para irse a tierra de cristianos; pero que él facilitaría este inconveniente con hacer que un moro tagarino fuese a la parte con él en la compañía de la barca y en la ganancia de las mercancías, y con esta sombra él vendría a ser señor de la barca, con que daba por acabado todo lo demás.

Y como el clérigo renegado tenía una historia tan variadita y dramática, y sabía contarla con mucho aquél, adornándola con mentiras, D. Francisco se embelesaba oyéndole, y en todas las cuestiones de un orden elevado le tenía por oráculo. D. José era de los que con cuatro ideas y pocas más palabras se las componen para aparentar que saben lo que ignoran y deslumbrar á los ignorantes sin malicia.

Los poetas crapulosos, como Baudelaire y Rollinat, se hartan y se hastían de sus goces; sienten aspiraciones infinitas, hundidos ya en el fango, y después de haber renegado de Dios; y aquí te quiero escopeta. Cada uno de ellos parece un energúmeno. Sus versos son pesadillas de un ascetismo bastardo y sin esperanza.

¡Muera! ¡muera Punto! y los cuchillos brillaron. Eso no es todo añadió ; los crímenes y las profanaciones del maldito recaerán sobre vosotros, y el señor obispo ha ordenado que os prendan o que os den muerte como a los lobos de la sierra, por haberos unido a un renegado. ¿El santo pastor cambia sus ovejas por lobos? ¡Qué milagro! añadió el filósofo.

Palabra del Dia

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