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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Pues hijo, aplica esto a lo otro; el que no cree, sino por obligación, y sólo aquello que no puede dejar de creer, sin ser renegado, es mal cristiano: como sería yo mala madre si sólo te quisiese por obligación. Hermano Gabriel dijo Dolores , ¿cómo es que no quiere usted probar mis batatas? Es día de ayuno para nosotros respondió fray Gabriel.
Acordamos, ansimesmo, que sería bien responder al billete de la mora; y, como teníamos quien lo supiese hacer, luego al momento el renegado escribió las razones que yo le fui notando, que puntualmente fueron las que diré, porque de todos los puntos sustanciales que en este suceso me acontecieron, ninguno se me ha ido de la memoria, ni aun se me irá en tanto que tuviere vida.
Y así, lo uno y lo otro fue de manera que el renegado entendió que no acaso se había hallado aquel papel, sino que realmente a alguno de nosotros se había escrito; y así, nos rogó que si era verdad lo que sospechaba, que nos fiásemos dél y se lo dijésemos, que él aventuraría su vida por nuestra libertad.
Contó el renegado la industria y medio que tuvo para sacar a don Gregorio; contó don Gregorio los peligros y aprietos en que se había visto con las mujeres con quien había quedado, no con largo razonamiento, sino con breves palabras, donde mostró que su discreción se adelantaba a sus años. Finalmente, Ricote pagó y satisfizo liberalmente así al renegado como a los que habían bogado al remo.
»En fin, yo me determiné de fiarme de un renegado, natural de Murcia, que se había dado por grande amigo mío, y puesto prendas entre los dos, que le obligaban a guardar el secreto que le encargase; porque suelen algunos renegados, cuando tienen intención de volverse a tierra de cristianos, traer consigo algunas firmas de cautivos principales, en que dan fe, en la forma que pueden, como el tal renegado es hombre de bien, y que siempre ha hecho bien a cristianos, y que lleva deseo de huirse en la primera ocasión que se le ofrezca.
Rosita entonces, se detuvo un momento para separar las hojas espesas y barnizadas de los áloes, se abrió paso a través de la maleza, se arrastró hasta el lado del maldito, lanzó un grito terrible, y cayó... muerta... El renegado está ahí; cercad ese lugar y rechazad al pueblo. Ríndete, perro, porque veinte carabinas te están apuntando exclamó el comandante de los carabineros.
De allí a dos días partió el renegado en un ligero barco de seis remos por banda, armado de valentísima chusma; y de allí a otros dos se partieron las galeras a Levante, habiendo pedido el general al visorrey fuese servido de avisarle de lo que sucediese en la libertad de don Gregorio y en el caso de Ana Félix; quedó el visorrey de hacerlo así como se lo pedía.
Todas estas noticias, parte de ellas son dadas por José Largo y su muger Teresa Lopez, pampas cristianos que fueron de la reduccion de Jesuitas, y que al presente se hallan en el Chaco, y parte por José Bruno renegado cristiano, por el cacique Curuilì, y el sobrino del cacique Lepian, que se hallan presentes.
»Con tantas lágrimas y con muestras de tanto arrepentimiento dijo esto el renegado, que todos de un mesmo parecer consentimos, y venimos en declararle la verdad del caso; y así, le dimos cuenta de todo, sin encubrirle nada. Mostrámosle la ventanilla por donde parecía la caña, y él marcó desde allí la casa, y quedó de tener especial y gran cuidado de informarse quién en ella vivía.
La jardinera sonrió, y sus palabras atravesaron con lentitud el silencio de la tarde agonizante. Tranquilícese, don Sebastián. Yo he visto muchos santos en esta casa, y valían menos que usted. Por asegurar su salvación hubiesen abandonado a los hijos. Por mantener lo que llaman la pureza del alma habrían renegado de la familia. Créame usted a mí: aquí no entran santos; hombres, todos hombres.
Palabra del Dia
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