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Actualizado: 21 de julio de 2025
En la tercera jornada se tiene que arrostrar una de las mayores dificultades que presenta el Mamoré para su navegacion; pues hay un punto en el que estrechándose mucho su corriente, viene á ser mas impetuosa, y forma unos remolinos en embudo, demasiado rápidos para que las canoas puedan salvarlos sin aventurarse demasiado: es tal la violencia con que azota el agua al pasar por encima de ellas, que la débil embarcacion vacila y se bambolea como si hubiese chocado contra una roca.
Al cabo el ferrocarril se aproxima tanto á la catarata que se percibe el ruido de sus remolinos espumantes; el tren penetra en un pequeño túnel, pasando bajo las rocas que sostienen un antiguo castillo, y al salir de la caverna artificial el viajero se siente sorprendido, hallándose sobre el puente de hierro que atraviesa el Rin en el punto donde se pronuncia el raudal que determina la catarata.
¡Y escuché nuevamente! «Son alucinamientos» me dije. Pero a pesar de ello tenía miedo de todo ese movimiento y de todo ese estrépito, que parecía aumentar a cada instante. Veía que un torrente me llevaba en sus remolinos, un torrente de sangre. De él surgía una roca de puntas escarpadas. En esa roca, una palabra estaba escrita en letras de fuego, la palabra: «Asesinato.»
Durante larga distancia se ve esta masa corriendo por un flanco del río sin mezclarse con él; pero los remolinos, los reflujos de toda especie causados por los accidentes del fondo y las sinuosidades de la orilla, consiguen al fin la fusión de las aguas; la línea que las separaba se borra poco á poco, gruesos y transparentes borbotones surgen del fondo á través de la masa cenagosa; las materias impuras, más pesadas que el agua que las arrastra, se depositan en los márgenes.
Completaban su tocado el lindo adorno que ella inventó y al que dio su nombre de guerra, llamándole La Caramba, y una mantilla blanca de preciosa y ligera blonda de Almagro. De repente se obscureció el cielo; se levantó terrible tempestad; el aire silbaba y formaba remolinos; deslumbraban los relámpagos, y los truenos espantosos ensordecían y aterraban.
Los cercos medio cubiertos determinan aún los límites bien conocidos que separan la propiedad; los árboles frutales, inclinados por la corriente, sumergen en el agua fangosa la extremidad de sus ramas; corrientes y remolinos socavan el suelo donde crecían hermosas cosechas.
En los freos amontonábanse las olas con remolinos furiosos, pero bastaba un golpe de barra, una desviación de la proa, para quedar al abrigo de una isla, balanceándose la barca en aguas tranquilas, paradisíacas, límpidas, con un fondo visible de extrañas vegetaciones, en el que bullían los peces entre chisporroteos de plata y relámpagos de carmín.
Arrastrados por la vertiginosa corriente, respirando el vaho fangoso del río como si mascasen tierra, sacudidos a cada momento por los remolinos, Rafael se creía en plena pesadilla; comenzaba a sentirse arrepentido de su audacia. De las casas inmediatas al río partían gritos. Se iluminaban las ventanas.
Ferragut salió despedido como un proyectil, cayendo en los espumosos remolinos, y al caer tuvo la percepción de que rodaban igualmente, llovidos en el mar, hombres y toneles. Vió blancuras burbujeantes y simas negras. Se sintió empujado por fuerzas contradictorias. Unas tiraban de su cabeza y otras de sus pies en sentido inverso, haciéndole voltear como la saeta de un reloj.
Veía de lejos una rompiente y alrededor remolinos, y mientras avanzaba, unas manchas blancas indicaban al parecer una roca. La roca sobrenadaba, venerable de antigüedad, ostentando una capa gris de corónulas, de conchas y madréporas. Pero la masa se mueve. Dos enormes chorros de agua, que parten de su frente, revelan á la ballena desperezada.
Palabra del Dia
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