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Dicen: «Concedednos el tiempo requerido. Esos bordes, dulcificados paulatinamente, haránse hospitalarios: dejadnos obrar. Los bancos, enlazados con los inmediatos bancos, perderán sus terribles remolinos. Estamos fabricando un mundo nuevo por si llega el caso de que el vuestro fenezca.

Corrientes parciales, pequeños remolinos, se forman á mi lado como alrededor de un islote; muellemente acostado, contemplo el espectáculo interesante que bajo la pequeña capa de agua me ofrece la transformación del banco de arena, disminuyendo de un lado por la corriente y aumentando del otro por el continuo arrastre de aluviones.

Las ondas, los remolinos y los torbellinos cambian de punto; todo el régimen del curso líquido varía por mi voluntad según la posición de mi brazo, y las ondas que se forman ante las veo agruparse hacia la corriente, mezclarse á otras ondulaciones y, cada vez más débiles, pero siempre visibles, se extienden hasta la inmediata curva del arroyo.

Viendo todos esos fenómenos que reproducen groseramente las rizaduras, las ondas, los remolinos ó el nivel liso de las aguas fluviales, se comprende mejor la unidad que, bajo variedad infinita de aspectos, preside á todas las cosas de la naturaleza.

Por cada lado ruedan violentos remolinos en el fondo de los cuales chocan las piedras, produciendo para las edades futuras «ollas de gigante». Por la fuerza del huracán que la empuja, el agua, blanca y chispeante, entra rápida en el canal; sin embargo, poco á poco su marcha se hace lenta y adquiere un tono de azul calizo como el del ópalo; luego, sólo presenta ligeras estrías de espuma, y poco después encuentra su calma y su reflejo azul.

Formaba su rostro el mismo óvalo perfecto, con la barba un poco saliente, los ojos pardos hermosísimos, el cabello castaño, encrespado en artísticos remolinos naturales sobre una frente ancha y nobilísima, que parecía hecha expresamente para ceñir los laureles de una corona.

El ancla desgarra con sus dientes el lecho de algas en que ha dormido, el carbón chisporrotea en las parrillas dando aliento á los pulmones de acero de la caldera, los engranajes se ajustan, las dobles poleas hacen alarde de su potencia, las burdas, cabos y calabrotes, prueban su elasticidad, las cadenas hieren la cubierta, y en medio de toda aquella vida y de aquel movimiento en que nada está quieto, el barco se columpia libre de toda traba, combinando las palas de la hélice en el fondo de las aguas espirales remolinos que llevan á la superficie entrelazadas ondulaciones en las que se tejen las filigranas de espuma que deja en pos de la bullente estela.

La claridad de la luna prestaba fosforescencia á la espuma de sus remolinos. Un poco más lejos se extendía límpido y tranquilo en un remanso dilatado que sombreaban por ambos bordes dos filas de espesos avellanos. Después que hubo pasado el puente, entró por el estrecho y sombrío camino que le separaba de las casas de la Segada y del palacio condal.

El viento, que la trae en remolinos, primero le hace llenar los huecos, después suavizar todos los ángulos, desplegar sus curvas en los relieves; á la montaña áspera, puntiaguda, salvaje, sucede otra de perfiles suaves y puros, de majestuosas curvas. Pero á pesar de la suave pureza de sus líneas, no pierde su formidable apariencia el gigante.

Que el colegial salido de la cárcel, escéptico y extenuado, se aficione á seguir el tortuoso sendero que bordea al arroyo, que contemple los remolinos de las aguas, que separe las hojas ó levante las piedras para ver salir el agua de los pequeños manantiales, y este ejercicio le hará muy pronto sencillo de corazón, jovial y cándido.