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Actualizado: 1 de junio de 2025


Algunos de los náufragos se arrojaron al mar; pero ¡por el ángel de San Pedro! había que nadar contra viento y marea para llegar a la escampavía, que no obstante no estaba lejos. Imposible. Se ahogaron, pues, los imprudentes, después de haber sido cegados por el remolino de las olas, que les azotaba y les ensangrentaba la cara.

A veces se aleja tanto, que se la llega á creer definitivamente libre de la atracción del remolino y parece decidida á marcharse juntamente con un copo de espuma; pero no; se detiene todavía y luego, como si fuera un barco obediente al timón, vuelve su cabeza hacia la cascada y empieza nuevamente su movimiento giratorio.

Si un palo se detiene dando vueltas en un remolino, un leñador lo ha de sacar de la atracción del torbellino; armado de su bichero salta de saliente en saliente hasta llegar al margen del agua con grave peligro de caer en el círculo líquido; se deja entonces caer hasta cerca del agua, casi suspendido de una fuerte raíz, y con su gancho, empuja al tronco hacia el hilo de la corriente haciéndole salir del círculo fatal.

Al regresar y acercarse a la entrada de los Pazos, un remolino de hojas secas le envolvió los pies, una atmósfera fría le sobrecogió, y la gran huronera de piedra se le presentó imponente, ceñuda y terrible, con aspecto de prisión, como el castillo que había visto soñando. El edificio, bajo su toldo de negras nubes, con el ruido temeroso del cierzo que lo fustigaba, era amenazador y siniestro.

Uno de sus hermanos, menos afortunado, halló la muerte en una concavidad de la roca, á donde le arrastró un remolino. Nosotros mirábamos asustados el paraje siniestro al que el padre, lleno de un horror sagrado, había hecho arrojar piedra y tierra.

Acontecióle entonces lo que nos acontece cuando despertamos de una molesta pesadilla: su corazón se espació y aspiró con placer el aire frío que, zumbando en las cornisas, penetraba en remolino hasta el fondo del patio.

Allá se ve un humo, allá vienen gritó uno por allí cerca. La ola humana se agitó y se hizo un remolino; la gente se agrupó en la baranda; todos querían ver. Yo, prendido de Alejandro, trepado sobre sus hombros, dominaba la altura.

Pronto el agua de la estiba llegó al puente, mientras que la del mar, que le entraba a torrentes por la parte de afuera, parecía impaciente por devorar su presa. Por algunos instantes, y a la lívida luz de un relámpago, se dejó ver todavía la proa del junco sobre la superficie de las aguas; pero pronto desapareció la nave entera entre las olas, formando un remolino espantoso.

En el confluente de estos dos rios, hay un gran remolino, por donde no obstante se atreven á pasar los indios nadando á caballo. Sus orillas estan cubiertas de cañas, y de muy grandes mimbres. Hácia el sur del grande, ó segunda Desaguadero no entran sino dos rios de alguna consideracion. Uno se llama Lime-leubu por los indios, y por los españoles el Desaguadero de Nahuel-huapí, ó Nauveli-vapí.

Y dos o tres maestras, cogidas en el remolino, alzaban las manos desesperadamente, haciendo señas al inspector. ¿Pero qué piden ustedes? ¿No oyes, hijo? Jos-ti-cia-berreó una desvenadora al oído mismo del empleado. Que nos paguen, que nos paguen, y que nos paguen exclamó enérgicamente Amparo, mientras el rumor de la muchedumbre se hacía tempestuoso.

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