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Actualizado: 8 de octubre de 2025


Entonces los traviesos y regocijados amores que en mi seno dormían se despertaron en tumulto y se pusieron a tocar diana, como si saliese para ellos la aurora de un nuevo día, con cuyo anuncio querían levantar y alborozar mis sentidos y potencias. En mi pensamiento ya no podía yo estar más rendida ni ser de nuevo más tuya.

El señor duque maldita la gana que tenía de cantar ni aun escuchar sus regocijados trinos. Pasó de largo con el semblante torvo, sin responder a los saludos de los jardineros y del portero, mordiendo con más ensañamiento que nunca su enorme cigarro. En la calle no tardó en colorearse un poco su rostro. Tuvo un encuentro agradable y útil.

«Mi querido Pepe: Muy a despecho mío vine por aquí para no rebelarme contra los mandatos de mi señor padre; pero te declaro con franqueza que ahora me alegro en el alma de haber venido. Este lugar es lindísimo; los fértiles campos que le rodean hacen un paraíso de sus cercanías; y sus habitantes son amenos y regocijados. Yo aquí me divierto la mar.

Ahora, al escuchar sus regocijados comentarios sobre la tranquila vida de Tòni y su filosófica cordura, volvió á decirse mentalmente, sin que el capitán pudiese adivinar nada en su rostro: «Ya ha roto con la mujer: se ha cansado de ella. ¡Más vale asíSe afirmó aún más en esta creencia al escuchar los planes de Ferragut.

Un día, don Marcelo pudo apreciar sin salir de París los horrores de la guerra. Tres mil fugitivos belgas estaban alojados provisionalmente en un circo, antes de ser distribuídos en provincias. Desnoyers entró en este local, que meses antes había visitado con su familia. Aún estaban en el vestíbulo los anuncios de los regocijados espectáculos que había presenciado.

Decía y hacía a cada momento doscientos mil graciosos disparates, aunque todos inocentes y nada comprometidos, por lo cual la apellidaban también el trueno; pero realmente no era trueno, sino tempestad de risas, de bromas alegres y de regocijados discursos, porque era no menos picotera que su padre. Por lo demás, el fondo de doña Manolita no podía ser más excelente.

Núñez supo excitar la risa a su costa de tal manera unas veces, otras meter el bisturí tan adentro en las carnes de los desgraciados ausentes, que aparecían sus pobres entrañas palpitantes a la vista de los regocijados comensales. Clara estaba horrorizada de aquella murmuración insolente, de tanta hiel y tanta injuria.

Los cerdos, las ovejas, las gallinas, corrían igualmente, confundidos con gatos y perros. Toda la animalidad doméstica retornaba á la existencia salvaje, huyendo del hombre civilizado. Sonaban tiros y carcajadas brutales. Los soldados, en las afueras del pueblo, insistían regocijados en esta cacería de fugitivos. Sus fusiles apuntaban á las bestias y herían á las personas.

Marcilla, aunque consternado con la infausta noticia del casamiento de Isabel, procuró empero cuanto pudo recatar su profunda pesadumbre, para no ahogar la alegría de sus regocijados padres, y se apercibió cauteloso para tener con ella una entrevista.

Y para que veas lo extraño y contradictorio de mi condición, o más bien lo extraño y contradictorio de la decaída condición humana, mi alma, que tan altos propósitos tuvo y que a tan alta misión quiso consagrarse, se dejaba arrastrar de sus regocijados ímpetus, de su perversión bondadosa y de su liviandad inveterada, hasta el extremo de buscar y de forjar aventuras como la que te conté ya del paraguayo y como varias otras que he tenido después y sobre las cuales prefiero callarme.

Palabra del Dia

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