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Vamos, les pasa a ustedes lo que a mi hija y su marido.... dijo la de Frías. ¡No tanto! ¡no tanto, Pepa! interrumpió Ramírez afectando susto. ¡Pero qué sinvergüenza es usted, hombre! exclamó aquélla tratando de contener la risa, que no cuadraba a su mal humor característico . Se parecen ustedes en que siempre están regañando y haciendo las paces.

Esta noche no me has dado un beso, hijo mío dijo medio en broma, medio regañando; sabes que cuando eras pequeño, eso era mala señal; alguna tontería o alguna pena que ocultarme. No querías mirarme de frente porque decías que leía en tus ojos... Y apoyándose en la almohada, preguntó en tono risueño, desmentido por su acento angustiado: ¿Tontería o pena, hijo mío?

El chiquillo gateaba por entre las patas de los perdigueros, que, convertidos en fieras por el primer impulso del hambre no saciada todavía, le miraban de reojo, regañando los dientes y exhalando ronquidos amenazadores: de pronto la criatura, incitada por el tasajo que sobrenadaba en la cubeta de la perra Chula, tendió la mano para cogerlo, y la perra, torciendo la cabeza, lanzó una feroz dentellada, que por fortuna sólo alcanzó la manga del chico, obligándole a refugiarse más que de prisa, asustado y lloriqueando, entre las sayas de la moza, ya ocupada en servir caldo a los racionales.

Cuando despierto por las mañanitas, mi alucinación es tal que con la propia evidencia se confunde, y siento que entran y salen, oigo a Cruz regañando con los chicos y haciendo mimos a los pájaros; oigo a Sola arreglando a los pequeñuelos para que vayan a la escuela, y me digo para mi sayo: «Tempranito se ha levantado mi gente.

Y luego, cuando entraban en la casa, ella con la bolsa vacía, él doblado bajo el grato peso de la cesta, ¿quién no se conmovería viéndole sacar todo con amor para enseñarlo a las chicas, y poner cada cacho de turrón ordenadamente sobre la mesa, diciendo a qué clase pertenecía cada uno, y regañando si algún ignorante confundía el de yema con el de nieve?

Estoy llena de zozobra. ¿Qué sucede, Dios mío? ¿Qué sucede? Hablando así, entraron ambos en el salón. El ama Teresa fué tras ellos. Déjanos, Teresa. Luego vendrás. Tengo que hablar con Beatriz dijo Paco. Este misterio pareció aumentar el sobresalto de la linda muchacha. El ama Teresa salió de la sala regañando. Ya solos Paco y Beatriz, dijo ésta: ¿Qué misterios son los tuyos? ¿Qué me vas a decir?