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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Era un muchacho argentino, que regresaba a su tierra después de varios años de vida en París, el inventor de este apodo un día que hablando con Maltrana se lamentaba del carácter de sus compatriotas, tachándolas de hurañas y poco sociables. Mire usted a nuestras mujeres, y aprenda, galleguismo había dicho . Se han refugiado en un extremo del buque aislándose de las demás gentes.

Un labrador viejo, su mujer trémula de espanto y unos cuantos chicuelos que se ocultaban por los rincones, se habían refugiado arriba, con las señoras, al ver que el agua penetraba en su modesta casa. Rafael entró en el comedor y allí vio a doña Pepita, la pobre vieja, apelotonada en una silla, con las arrugas de su cara mojadas de lágrimas y las dos manos en un rosario.

Cuando transcurridos dos meses del sitio, el hambre había diezmado á la guarnición, una mañana lluviosa, en la que se apagaban las mechas de cañones y arcabuces, los moros toman al asalto el baluarte, barriendo desde aquel punto los almacenes y sala de armas donde se habían refugiado los defensores.

Todos los días iba a rezar por su querida enferma y mientras se consumía lentamente el cirio ofrecido por ella, la joven sentía poco a poco amortiguarse su dolor y disiparse sus temores, ahuyentados como por un aletazo del pájaro místico de la esperanza, refugiado en el más pobre tabernáculo. ¡Hace tanta falta creer y esperar cuando se sufre!

Desde la mesa en que Rocchio se había refugiado, distinguíase el fúnebre pizarrón; las cifras aparecían tan claras, tan netas, tan blancas, que producían el vértigo: el oro, como habilísimo acróbata, daba saltos mortales: 325, 330, 336, 340... ¡dos puntos, cinco puntos, diez puntos de golpe! y ahí quedaba con un pie en el trapecio y en el aire el otro, pronto a dar nuevo salto, delante del público aterrado, que seguía sus movimientos con espantosa ansiedad.

Se muestra escandalizado por el carácter absurdo de su final. ¡Qué tiempos! El fugitivo refugiado en Amerongen le desconcierta y le irrita. ¡Y yo que le hacía el honor de compararlo con un teniente!... ¡Yo que le consideraba capaz de pegarse un tiro!...

Receloso Payo Arias de Castro que estaba en Córdoba, de que le quitase de rechazo su villa de Espejo, allí cercana, partió con Martin Alonso de Montemayor y otros caballeros á socorrer á los sitiados, los cuales, perdida la villa y dejando el vestíbulo de su iglesia cubierto de cadáveres, se habian refugiado en el castillo tapiando la puerta á piedra y lodo.

La señora Princetot, que se había refugiado en las sombras del templo, había de creerse por completo absuelta... La falta pasada había ya prescrito. El señor Princetot, que no había sospechado nada cuando la infidelidad era patente, sería menos accesible aún a las sospechas hoy, en que la hostelera del Sol de Oro edificaba con su religiosidad a los fieles todos.

A los pocos momentos doña Andrea, pálida, sentada ya junto a Leonor, a quien tenía de la mano, pudo por fin hablar. ¡Porque era ceder a cuanto le quedaba de don Manuel, a aquellas noches queridas suyas de silencio, en que su alma, a solas con su amargura y con su niña, recordaba y vivía; porque conforme se había ido apartando de todo, en sus hijas, y en Leonor, como un símbolo de todas ellas, se había refugiado, con la tenacidad de las almas sencillas que no tienen fuerza más que para amor; porque dar a Leonor era como dar todas las luces y todas las rosas de la vida!

Don Antolín había conocido a Gabriel siendo niño y le tuteaba. En el cura ignorante subsistía aún el recuerdo de los grandes triunfos alcanzados por Luna en el Seminario, y al verle pobre y enfermo, refugiado en la catedral casi de limosna, su tuteo de superioridad no estaba exento de cierta admiración. Gabriel, por su parte, temía al Vara de plata, conociendo su fanatismo intolerante.

Palabra del Dia

bagani

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