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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Además, él continuaba siendo amante de su discípula, y por rachas le entraba un verdadero amor a que ella debía corresponder, o fingirlo a lo menos. Pero lo principal era lo principal, y cuando se presentaba un partido, Mochi se reducía al papel de marido que no sabe nada; esto ante Serafina; ante el nuevo galán no era ni más ni menos que para el público, el maestro, il babbo adoptivo.

A la clase no se va para aprender sino para no tener la raya; la clase se reducía á hacer decir la leccion de memoria, leer el libro y, cuando más, á una que otra preguntita abstracta, profunda, capciosa, enigmática; es verdad que no falta el sermoncito ¡el de siempre! sobre la humildad, la sumision, el respeto á los religiosos y él, Plácido, era humilde, sumiso y respetuoso.

Al primer golpe de vista comprendió que me había sucedido alguna desgracia. Supuso que había muerto Magdalena porque en su perfecta honradez de hombre y de marido, no concebía mayor desventura. Cuando le referí el verdadero accidente que me reducía a una de esas situaciones que no se confiesan nunca, me dijo: Desconozco esa clase de penas, pero le compadezco con toda el alma.

Ya no salía de la habitación, a causa de la parálisis, y por lo común se absorbía completamente en la reminiscencia de las cosas pasadas; para ella se reducía a sus nietas todo el pálido presente.

Á esto se reducía todo mi comercio literario, y debo confesar que era más que suficiente para satisfacción de mis necesidades intelectuales. Pero aunque hacía tiempo que no trataba de que mi nombre recorriese el mundo impreso en el frontis de un libro, ni me importaba, no podía sin embargo menos de sonreirme al pensar que tenía entonces otra clase de boga.

El ex-alcalde entendía así la libertad; o se perseguía o no se perseguía al clero. Esta persecución y la libertad de comercio era lo esencial. La libertad de comercio para él se reducía a la libertad del interés. Todavía era más usurero que clerófobo. Aunque maldiciente, no solía atreverse a insultar a los curas de tan desfachatada manera, y aquel discurso produjo asombro.

Su catecismo era harto elemental y se reducía a dos o tres nociones incompletas, el Cielo y el Infierno, padecer aquí para gozar allá, o lo contrario. Su moral era puramente personal, intuitiva y no tenía nada que ver con lo poco que recordaba de la doctrina cristiana.

Quedóse con esto más tranquilo, casi sereno del todo: indudablemente era que se reducía aquello a una necia broma... Cierto que habíale sucedido a él en aquel negocio espinosísimo lo que acontece a todos los caracteres fogosos; que una vez dado el primer empuje, caen luego en la mayor apatía, abandonando los planes con tanta rapidez fraguados y con tanto calor emprendidos.

La casa era de caña y nipa, y todo su ajuar se reducía á dos lancapes, una mesa, una banga y unos cuantos tabos de coco, destacándose en las paredes varias estampas pegadas con morisqueta. El indio nos dijo llamarse Ambrosio, estaba casado y tenía dos hijos. Veamos las necesidades morales y materiales de aquella familia.

El largo alejamiento de la patria, la tenaz persistencia de la lucha, la efímera ocupación del suelo que reducía con frecuencia esa misma patria a los límites del campamento y en los días de batalla a la tierra del combate, la influencia, por fin, de la vida militar prolongada, habían hecho de los oficiales argentinos y colombianos el prototipo de los hombres ligeros en el pensamiento y en la acción, brillantes en la despreocupación del porvenir, viviendo au jour le jour, sabiendo que con valor pagaban, y seguros de que el caudal no concluiría.

Palabra del Dia

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