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Actualizado: 3 de junio de 2025


La fatalidad había levantado infranqueable barrera entre ellos; pero el joven, caprichoso de suyo y testarudo, con la agravante de encamotado, tenía hecho el juramento de vencer todos los obstáculos, y conseguir la mano de la muchacha: ítem más, la reconciliación de las dos familias. ¡Qué final de melodrama más hermoso; una boda y pelillos a la mar, o canje de abrazos fraternales entre los que han andado durante toda la obra tirándose los trastos a la cabeza!

De todos modos, lo que no ofrece duda es que el P. Gil tiene una intervención muy principal en el asunto, y a él le pertenece la gloria de la reconciliación dijo gravemente D. Narciso. Si la hay repuso Consejero. La habrá replicó el capellán. La habrá, y aquí D. Martín tendrá quizá el gusto pronto de ver un sobrinito que le distraerá con sus travesuras y sus gracias.

Y el viejo, sin tener en cuenta la reconciliación de los esposos ni el paso del tiempo, se sintió emocionado por esta maternidad, como si su hijo hubiese intervenido en ella. Mientras tanto, Julio seguía marchando, sin volver la cabeza, sin enterarse de esta mirada fija en su dorso, pálido y canturreando para disimular su emoción. Y nunca supo nada.

y parafraseándolo con aquello otro del marqués de Santillana: La mayor cuita que aver Puede ningún amador, Es membrarse del placer En el tiempo del dolor. La marquesa parecía encantada y también conmovida, y le instó a que, dejando a un lado honrosas delicadezas, le manifestara el plan de vida que sería su gusto entablar, supuesta, como ya podía suponerse, su reconciliación con Elvira.

¡Ah, muchas y tristes experiencias le había costado concebirla y desarrollarla!... Y lo que en aquel momento le hacía encontrarla más oportuna, más cara a su entendimiento y más grata a su razón, era que ella misma venía a orillar el único reparo que al intentar su reconciliación con Elvira se le había puesto delante: reparo de delicadeza, de hombre de pundonor que quiere ponerse a cubierto de las hablillas del vulgo.

En cambio estimaba cualquier signo de respeto y consideración á su talento, gozaba increíblemente cuando, gracias á su elocuencia, se alcanzaba la avenencia de dos amigas enemistadas, el perdón de un padre, la reconciliación de un matrimonio. Y sobre esto ninguna rigidez antipática, ninguna hipocresía.

La señora de Maurescamp manifestose en los primeros tiempos completamente rebelde a toda idea de reconciliación. Pero después de dos o tres meses pasados en un estado de estupor desesperado, pareció despertarse repentinamente bajo la impresión de nuevas reflexiones. Declaró a su madre que cedía a sus consejos, que volvería a casa de su marido y que sólo pedía algunos meses de retardo.

Y ahora dijo Laura después de un silencio les pediré un favor, muy en serio. Quiero que delante de , ahora que todo está explicado, y para que no haya entre nosotros ninguna cosa ambigua, se den los dos un abrazo de reconciliación. Ambos quedaron inmóviles. Pero Laura insistió, suplicó, y al fin tendió hacia Julio su mano, voluntariosamente. Entonces él obedeció.

Es curioso observar cómo nuestra edad, por otros conceptos infeliz, nos presenta una dichosa confusión de todas las clases, mejor dicho, la concordia y reconciliación de todas ellas. En esto aventaja nuestro país a otros, donde están pendientes de sentencia los graves pleitos históricos de la igualdad.

Finalmente, muchas veces acepta el cobarde pero seguro recurso de la fuga; asiste a la última cita, mostrándose tan rendido como en la primera, y desaparece groseramente, dejando tras la humillación y el despecho, que cierran las puertas a la reconciliación.

Palabra del Dia

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