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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Si yo les juro que Quilito... digo, ese joven, no me ha dicho nada de particular; además, no volveré a hablarle. Bueno, ya se acabó dijo don Bernardino; venga acá mi Nanita querida a abrazar a su papaíto. Susana no renunció, sin embargo, a su idea de reconciliación; ya les catequizaría poco a poco. ¿De qué había de servirle, entonces, la grande influencia que ejercía sobre sus padres?
Vamos a ver, querida Juana, tenemos apenas un cuarto de hora, y no hay tiempo para una querella y una reconciliación. ¿Quieres que empecemos por el fin? En el fondo, ya sabes que te amo. La pobre miss era incapaz de resistir a la inflexión tierna y acariciadora de aquella voz burlona de ordinario, y suspiró, mas que dijo, levantando hasta él los ojos llorosos: ¡Ay! no pido más que creerte.
Sí doy; pero suelta, suelta; Que me abrasas, vive el cielo. Este es el fuego que paso, De donde salir espero Cuando la fábrica acabes. El fantasma desaparece, y el Rey se aleja para volver á su palacio. En el mismo instante aparece Don Enrique de Trastamara, á quien Don Pedro ha perdonado, para echarse á sus pies y acabar la reconciliación entre ambos.
Dicho sin metáforas, en lenguaje directo: ¿Quién ha de ceder primero? ¿Quién de los dos se anticipará a ofrecer el beso o el abrazo de reconciliación, forma protocolar de los armisticios conygales? Ya se ve, pues, que no hemos exagerado al decir que es más fácil hacer la paz que «hacer las paces».
Á esta última insinuación, dicha con una voz dulzarrona, la vió estremecerse y comprendió que había dado en el clavo. ¿Qué le cuestan las frases de ternura? Conoce tu credulidad ¡Ha abusado de ella tantas veces! ¡Unas cuantas palabras cariñosas, una promesa de olvido, acaso una esperanza de reconciliación!
Los adversarios, con la alegría de su reconciliación, apenas se habían fijado en los demás. Se estrechaban las manos, se sonreían como amantes. Todos experimentaron el regocijo de vivir que se siente después de un peligro; todos sufrieron de pronto el hambre que llega irremisiblemente a la zaga de la emoción.
Las provincias litorales, después de un largo sufrimiento de humillaciones muy marcadas en obsequio de la paz, y de haber perdido todas esperanzas de una reconciliación fraternal y benéfica que consultase la libre existencia de todas, han puesto en acción sus recursos para guardar sus libertades y salvar las vuestras.
Después de almorzar, o de haber intentado hacerlo, porque apenas pudo pasar bocado, después de haberse vestido con pulcritud, después de haber estado algunos minutos en el café tomando maquinalmente una copa, de chartreusse, se encaminó con paso vivo a la calle del Barco, imaginando lo que había de decir a su madrastra y gozando con la grata perspectiva de la reconciliación.
Aparte de la ofensa gravísima que usted ha inferido a su esposo, del escándalo que la acompañó, de los que la siguieron, todo lo cual dificulta extraordinariamente la reconciliación, aparte de eso, repito, hay otra dificultad mayor. Y es que su marido de usted está fuera de la Iglesia católica. No tengo sobre él otra influencia que la que puede dar una amistad superficial.
No, lo que es él no había de irse como vino, ¿qué iba a decir el pobre Quilito? Nunca lo creyera que Susana, tan buena, alimentara la misma inquina de sus padres contra los Vargas. ¡Oh! no exclamó la niña, ¡yo no, al contrario! Entonces, ¿por qué se resistía? ¡quién sabe si aquella carta no era el primer paso dado en el camino de la reconciliación! Susana quedó suspensa.
Palabra del Dia
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