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Lo que le hubiera podido llamar a la realidad era la presencia del marqués. Era difícil olvidar que aquel niño tenía una madre y que aquella madre podía venir un día u otro a reclamar la dicha que le habían tomado. Pero Germana se había acostumbrado a mirar al pequeño Gómez como a su hijo.

Señor contestó el aldeano, yo quisiera que se nombrase una presona que fuera á reconocer el daño, y que le tasara. No esta mal pensado.... Pero ¿contra quién va usted á reclamar? De modo y manera es que ... la paré bien tiesa se estaba.... ..., hasta que se cayó. De modo es que, si no la hubieran aboticao... . Luego, ¿se sabe quién la tiró?... Paece ser que hubo testigos....

Parece que este monarca, muy joven aún, tenía la memoria muy flaca en materia de deudas, puesto que el cabildo pensó acudir a la justicia para reclamar el pago de la contraída. Pero ¿dónde estaba un escribano bastante valiente para presentarse a don Pedro con una notificación en la mano? Era necesario para esto un escribano Cid, o Pelayo, como no suele haberlos en el mundo.

Mi tío decía que tienes modestia y una delicadeza natural que es lástima no haya sido cultivada. ¿Tu delicadeza te impedía venir a reclamar lo que por la misericordia de Dios habías ganado? No hay más sino que tiene razón mi tío.... ¡Cómo estaba aquel día el pobre señor!... decía que ya no le importaba nada morirse.... ¿Ves ?, todavía tengo los ojos encarnados de tanto llorar.

Ha de saberse, pues, que antes de dejar a Madrid envié a Sevilla un poder legalizado para reclamar en debida forma la hacienda que, por herencia de su padre, pertenecía a mi esposa. Como se recordará, en la entrevista que tuve con mi suegra y don Oscar me había comprometido a no pedirles cuentas y a dejar la fábrica en su poder, lo mismo que las demás fincas que constituían la herencia.

¡Ya lo creo! ¡Reclamar la viudedad... ella... causa de la muerte del digno magistrado! Sería indigno. Indigno. Y ya no está bien que viva en el caserón de los Ozores. Claro, porque aunque se lo regaló su esposo, según dicen, él fue quien se lo compró a las tías de Ana, y no con bienes gananciales, sino vendiendo tierras en la Almunia. Sea como sea, ella no debía vivir en esa casa.

Era cuando las grandes lilas y los grandes evónimos de los jardines a la moda antigua lucían sus ricos tintes de oro y de violeta por encima de los muros coloreados por los líquenes, y que había terneros bastante jóvenes como para reclamar los grandes baldes de leche perfumada.

No hay maldad en las cosas tuyas y en ella . Tampoco en Adriana. Una engaña como la pueden engañar a una. Las palabras de amor se aceptan sin calcular, sin exigir demasiado ni reclamar apasionamientos, y sin saber, muchas veces, si a una la quieren o si una quiere. Hay un claroscuro del sentimiento que no conoces, y donde pueden ocultarse el júbilo y las lágrimas.

Lo llevaba con frecuencia a sus mejillas, besándole el corvo pico. El afán de novedad le hacía reclamar luego un mono que ostentaba su hermano en un hombro, bestiecilla inquieta con ojos de demente y una cola doble de larga que su cuerpo. El muchacho intentaba resistirse: entre el mono y él se había establecido desde el primer momento una dulce simpatía.

El antimonio, en fin, está muy indicado en los grandes comedores, en los que usan alimentos abundantes y no fermentados, ó insulsos, y en las embarazadas. La somnolencia y las afecciones comatosas de estos sugetos pueden reclamar el uso del medicamento que acabamos de estudiar.