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Cuando su amante le llevó otra vez á la casa de la doctora, fué recibido por ésta lo mismo que si perteneciese á su familia. Ya no tenía por qué ocultar su nacionalidad. Freya le llamó simplemente Frau Doktor. Y ella, con un entusiasmo verbal de profesora, acabó de catequizar al marino, explicándole el derecho y la razón de su país al entrar en guerra con media Europa.

que eres rico, por lo que veo. La contestación del marqués fué una sonrisa enigmática. Luego, estas palabras parecieron despertar su tristeza. Háblame de tu vida continuó Robledo . has recibido noticias mías; yo, en cambio, he sabido muy poco de ti.

En Madrid no se han visto nunca cosas de tanta novedad y buen gusto. También he recibido casquetes de paja y tela, cintas de mil clases, plumas, marabús, egretas, penachos, amazonas, toques, alones, colibrises, esprís, y cuanto Dios crió.

¡Tan pronto!... Me han dicho, sin embargo, esta mañana que de su conferencia con los usuarios no ha resultado nada bueno... ¿Habremos de renunciar a toda esperanza de arreglo? Eso no; lo que hay es que les ha faltado a los usuarios un poco de paciencia... No he recibido todavía la respuesta del ministro; pero, entre nosotros, puedo decirle que estoy casi seguro de que habrá de ser satisfactoria.

Islas, penínsulas, riberas, todo está compuesto de una arena obscura que el Ródano y sus afluentes han mezclado, después de haber recibido de los torrentes superiores los detritos de los Alpes, del Jura y de los Cevenas.

Juanita, a los diecisiete años, había espigado tanto, que era la moza más alta y más esbelta que había en el lugar. Algo de la sangre belicosa del oficial de Caballería se había infundido en ella, y la crianza libre y hombruna que había recibido había desarrollado su agilidad y sus bríos.

24 Y llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste; 25 por tanto tuve miedo, y fui, y escondí tu talento en la tierra; he aquí tienes lo que es tuyo. 26 Y respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí;

Fue solamente excluido de la secta, y se le compelió a devolver el dinero robado; sólo cuando confesara su falta, en señal de arrepentimiento, podría ser recibido de nuevo en el seno de la Iglesia. Marner escuchó en silencio.

Pensaron que era un pillete, y que los golpes que había recibido le estaban muy bien merecidos... Le cogieron por el cuello de la americana con esa paternal zarpa de la justicia callejera. «¿Qué tiene ustedle preguntó uno de ellos, mal humorado.

Por cierto que he recibido algunas cartas en que, si no censura, había cierta extrañeza por hablar yo de mi marido en estas crónicas superficiales, deleznables y pasajeras. ¿Por qué la extrañeza? Falta de costumbre en las lectoras, sin duda.