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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Con estas cosas ni tenemos posta ni quien lleve una carta. Sin embargo, yo recibí las que esperaba, y aquí estoy al fin, deseando, como los demás, que tropecemos con los franceses. Desde entonces fué Santorcaz el principal personaje de la cuadrilla después del amo, lugar que supo conquistarse con la desenvoltura subyugadora de su conversación.
Y he de vengar en campaña la injuria que recibí. Diéronle á mi padre muerte En San Quintín. Está muy desvanecido Con las Indias el de España. No ha hecho jamás hazaña A quien respete el olvido. ¿Descolorido no ves Al Duque? ¿Quién lo está menos? Piensa el rey de España que es El mayor; mas su arrogancia Le engaña su parecer, Pues aún no merece ser vasallo del rey de Francia.
La elefantíasis. El Dr. Vargas. Las iglesias. Un cura colorista. El Capitolio. El pueblo es religioso. Las procesiones. El Altozano. Los políticos. Algunos nombres. La crónica social. La nostalgia del Altozano. La primera impresión que recibí de la ciudad de Bogotá, fue más curiosa que desagradable.
No sé si por esto, yo que había olvidado completamente á mis pobres padres, lloré por aquella mujer. Quedéme en la casa como dueña. Escribí á mi esposo participándole la muerte de su tía, y al poco tiempo recibí una carta enlutada. La abrí con el corazón helado y recibí un golpe cruel.
Cuando se fué don Rodrigo, observé que de una manera disimulada, pero curiosa, se informaba de si la cartera estaba en su sitio, y cuando aquella noche vino el duque de Lerma, le recibí con despego, le atormenté, me ofreció como siempre alhajas, y yo... yo le pedí que me trajese un escrito indudable de la reina.
Cuando salí de casa recibí la desagradable sorpresa de ver que estaba lloviendo. Había dejado al sol pavoneándose en el azul del cielo, envolviendo a la ciudad en una esplendorosa caricia de padre... ¡Quién había de sospechar!... En un instante desgarraron mi alma muchedumbre de ideas extrañas; la duda se alojó en mi espíritu atormentado. ¿Subiría por el paraguas?
Era un hermoso castillo en un bosque, «la más romántica residencia, para una mujer, que acaso comparte con usted, a su manera, las añoranzas del campo y sus aficiones de solitario.» Por su parte Magdalena le escribía a Julia, sin duda con fraternales expansiones que no llegaban hasta mí. Una sola vez, durante aquellos meses de ausencia, recibí una breve carta suya hablándome de Agustín.
Virey á V. S. Uno de 17 de Setiembre, que dá principio; "está bien:" dos de 19 de Noviembre, que empiezan; "aunque como verá V. S., y teniendo presente:" otro de 19 de Febrero, que comienza; "recibí los dos oficios," siendo el último del año presente, los demas del anterior: y todos los devuelvo.
Lo que le refiero a usted duró casi dos meses; pasados que fueron, al otro día el que le di un adiós verdaderamente fúnebre, los salones fueron clausurados y desaparecido el retrato quedé más solo que nunca. Pasado algún tiempo, recibí una visita de Oliverio. Estaba serio, notaba en él cierto embarazo, algo así como si el peso de un caso de conciencia le pesara en el alma.
En estas reflexiones estaba ocupada mi fantasía no hace muchos días, cuando recibí una carta, que por confirmar mis ideas sobre el particular y venir tan oportuna a este objeto, de que pensaba hacer un artículo de costumbres, quiero trasladar ad pedem litteræ a mis lectores. Decía así la carta: «Señor Fígaro.
Palabra del Dia
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