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Cuando salí de casa recibí la desagradable sorpresa de ver que estaba lloviendo. Había dejado al sol pavoneándose en el azul del cielo, envolviendo a la ciudad en una esplendorosa caricia de padre... ¡Quién había de sospechar!... En un instante desgarraron mi alma muchedumbre de ideas extrañas; la duda se alojó en mi espíritu atormentado. ¿Subiría por el paraguas?

Cuando recibas el golpe, si tienes tiempo a pensar, ya sabes quién te lo ha dado. Estas palabras desgarraron el corazón magnánimo de D. Laureano. La vida es dulce a todos los mortales, pero muy especialmente lo era para aquel hombre venerable. Recibir una puñalada por la espalda sin aviso de ninguna clase, le era profundamente desagradable.

Armados de piqueta cayeron sobre ti y desgarraron tu seno virginal y profanaron tu belleza inmaculada. ¡Oh, si hubieras podido huir de ellos como el almizclero del cazador dejando en sus manos tu tesoro! Muchos días, muchos años hace que camino lejos de ti, pero tu recuerdo vive y vivirá siempre conmigo. ¡Y aún no te he cantado, hermosa tierra donde vi por primera vez la luz del día!

Al principiar la comedia se describen las luchas de partido entre los Castros y los Laras, que desgarraron á España al comenzar el reinado de D. Alfonso VIII. Mientras ocurren estas revueltas, hace el Rey su entrada en Toledo con su esposa Doña Leonor, hija de Enrique de Inglaterra. Manifiéstale grande amor, y acuerda con ella hacer una visita á los famosos jardines de Galiana.

Se estrecharon ceremoniosamente. Subiendo a la silla de manos don Alonso, dirigiose a su morada, resuelto a favorecer la alianza de su hija Beatriz con aquel mancebo en cuya frente altanera había creído leer el horóscopo de los grandes honores. La escena de la terraza y el reciente discurso del padre de Beatriz desgarraron para Ramiro el hechizo amoroso en que estaba viviendo.

Desde su cruz contempla vuestros cuerpos en un estrecho abrazo entrelazados, y con tristeza en sus pupilas cándidas y en sus ojos dos lágrimas temblando parece que te dice, entre suspiros, y de dolor sobre su cruz llorando: Como yo, también agonizaste sobre la cruz de tu dolor clavado, y las zarzas de todos los dolores tus sienes y tu frente desgarraron: has sufrido la mofa y el desprecio, y has sentido en tu rostro el salivazo del legionario que salió a tu encuentro cuando llevabas el madero al hombro camino del Calvario.

Todas se reían de y me desgarraron los vestidos, diciéndome palabras ignominiosas... Bebían y comían en una mesa que el criado de milord les dispuso... disputaban unas con otras sobre cuál de ellas era más amada por él... Entonces comprendí el abismo en que había caído... Lord Gray volvió... Le increpé por su vil conducta... Estaba taciturno y sombrío... Tomó una chinela y con ella les azotó la cara a aquellas viles mujeres... Me colmó de cuidados.