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Actualizado: 9 de mayo de 2025


La noche del día en que recibí mi nombramiento, me retiraba a mi modesto cuarto de conventillo pues tiempo hacía que había dejado el que por meses ocupara en casa del comisario e iba con el corazón lleno de ilusiones, y cantándome en el alma un coro de alegría, cuando de repente, al volver la esquina de Piedad 88 y Suipacha, me topé de manos a boca con un hombre que pretendió ocultarse en el hueco de una puerta.

De haber sido yo el Rey, la respuesta que recibí me hubiera parecido suficientemente animadora: ¿No crees, primo, haber contraído hoy bastantes responsabilidades para un solo día? El estampido de los cañones y el toque penetrante de las cornetas nos anunciaron que habíamos llegado al palacio.

Bueno sería que yo, v. gr., fuera a creer lo que me decía un anónimo que recibí hace días, asegurándome que habías cobrado dos mil duros de una restitución hecha bajo secreto de confesión a la herencia de tu suegro. ¡Todo lo que yo cobrase sería mío! exclamó con voz clara, alta, positivamente enérgica, el amo de la casa, poniéndose en pie, pero sin dar puñadas sobre la mesa.

Desde la época en que la niña me fue enviada y en que comencé a quererla como si fuera mía, recibí bastantes luces para tener confianza, y ahora que ella dice que no me dejará nunca, creo que tendré confianza hasta mi muerte. En Raveloe había una época del año que era considerada como particularmente conveniente para casarse.

No qué me hizo más impresión, si la noticia en misma o la manera cómo la recibí. En 1870, al subir a bordo el práctico que debía introducirnos en el puerto de Southampton, nos dijo, al ser interrogado sobre las novedades: «Carlos Dickens ha muerto». A mi regreso, en 1871, supe también por un práctico, en un puerto de tránsito, la muerte de Alejandro Dumas.

Supongo que no me seguirá usted me dijo. Eso ofrecería mil inconvenientes para usted y para . Era la primera vez que la veía preocuparse de poner a salvo su propia seguridad. Ocho días después de su partida recibí de ella una carta admirablemente seria y buena.

Ofrece a tu, para incógnita, consorte, todo el cariño que la corresponde por mi parte como cosa tuya, y si te pareciere bien, daos ella y por convidados a estas orillas en el estío próximoYo conocía a mi tío y sabía que no había de venir. Así, pues, la tarde del mismo día en que recibí esta carta, el padre Ambrosio fue por Amparo al convento.

Mientras no ocurra novedad alguna que nos interrumpa, esta es la vida ordinaria que llevo con mis hijas, con las diferencias naturales que exigen las diversas estaciones del año; mi principal objeto es inspirarles mucha piedad, ocupándolas siempre en cosas útiles. Ayer recibí carta de mi Alfonso; está bien de salud; me parece un sabio en la manera de escribir. Milly, 25 de septiembre.

Huélgome por vuesa merced de haberme convencido personalmente de la falsedad de un aviso que recibí ayer, que a haberlo encontrado real, juro cierto que no habría reparado en hopalandas ni tonsuras para amarrar a vuesa merced y darle una zurribanda de que guardara memoria en los días de su vida; que mientras yo empuñe la vara, ningún monigote me ha de resollar gordo.

La estancia en que le recibí en mis brazos, después de las bendiciones nupciales, me causa ahora rubor, como al afrentado le causa rubor el sitio en que sufrió la afrenta.

Palabra del Dia

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