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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Más de una vez he estado tentado de hacerlo dijo el prelado con firmeza, brillando en sus ojos una chispa de energía . Pero me detiene la consideración de mi cargo y mi carácter de sacerdote pacífico. Soy pastor del católico rebaño, no lobo que aterra a las ovejas con su fiereza.
Los empleados de la comisaría se mostraban más atareados aún que los oficiales de la navegación. Había subido en el último puerto el médico enviado de Buenos Aires para el examen de los emigrantes, y este funcionario, acompañado por aquéllos, iba inquiriendo la salud del rebaño humano acorralado en los extremos de la nave.
En aquellas circunstancias era cuando se lucía su marido, dando disposiciones que de nada servían. Pero al volver el río a su normalidad y desaparecer el peligro, el popular rebaño admiraba sus sacrificios, llamándole el padre de los pobres. Si el milagroso santo había de salir, que fuese Rafael quien concediera el permiso.
Nadie pondría en duda, después de tal precaución, si había presenciado ó no el «sitio» de París. ¡Tenía amigos tan incrédulos!... Para conmover á la buena señora, hizo memoria de sus impresiones. Había visto en pleno día un rebaño de ovejas en el bulevar, junto á la verja de la Magdalena. Sus pasos habían despertado en muchas calles el eco sonoro de las ciudades muertas.
Tal como un león que sale del bosque hambriento y cae sobre un rebaño de ovejas devastándolo en sus garras poderosas, así el mozo de la Braña se introdujo en la falange de Rivota, causando en ella la consternación y el estrago. Los demás le siguen con igual ardor. Rompen las primeras filas. Los del alto de Villoria, hábiles en manejar el palo nudoso, repelen á sus enemigos dispersándoles.
Pero a quien iban particularmente dirigidos los tiros era a don Benigno, el teniente párroco, director de las conciencias femeninas de Sarrió, y caudillo de todos aquellos combates librados contra el pecado. El párroco era un hombre apático, viejo ya, que pasaba la vida en una casita de campo que poseía cerca de la población, dejando de buen grado a su teniente el cuidado del rebaño místico.
Había un viejo pastor de carneros, un buen hombre, que todos los días a la misma hora llevaba su rebaño a apacentarse con la hierba salobre de la vertiente sobre el mar.
Fue, como ya sabemos, una de las que contribuyeron a la educación y a la carrera del P. Gil; pero en la deserción que se operó en el rebaño de D. Narciso a la llegada de aquél, permaneció fiel a su pastor. Quizá ayudase a mantenerla firme la huida de Obdulia, de quien ella tenía, según fama, unos celos rabiosos, y por lo visto no le faltaba razón.
¿Quien duda que San Pedro, como vido Su templo de los malos profanado, Pues fué de su Señor el elegido Por, cabeza y pastor de su ganado, Que no dijo: "¿Señor, porque has querido A tu pastor dejar desamparado? Mira que está en oprobio tu rebaño, Remedia, buen Jesus, tan crudo daño."
Desde las dos mayores que eran ya mujeres, hasta la última, que era una miniaturita, formaban un rebaño interesantísimo que llamaba la atención por el número y la escala gradual de las tallas.
Palabra del Dia
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