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Actualizado: 13 de julio de 2025


Se calmó un poco al oír las dulces razones de Genoveva y acabó por enviarnos al padre Tomás, sin cuya opinión no podía pasarse en semejante caso. La cosa se sale tanto de las conveniencias... murmuró la pobre abuela consternada. En verdad, no si estáis locas o si soy yo la que no está en el movimiento de ideas moderno... ¡En qué siglo vivimos!...

En efecto, Reynoso pensó que estando ya Tristán alojado en su propia casa razones de delicadeza le aconsejaban no demorar la boda hasta octubre y realizarla en cuanto fuera posible. Todos en la casa aplaudieron esta determinación, y Elena fue la primera en celebrarla con gritos de júbilo. ¡A ver si se le quitan de una vez esos malditos celos! le dijo al oído a su cuñada.

Verdad es que el despótico Pedro Rezio daba razones que no parece sino que Cervantes las escribió para los Gobiernos de Ultramar: «No se ha de comer, señor Gobernador, sino como es uso y costumbre en las otras ínsulas donde hay gobernadores», etcétera encontrando inconvenientes en todos los platos, unos por calientes, otros por húmedos, etcétera, enteramente como nuestros Pedros Rezios de allende y aquende los mares. ¡Maldito el bien que le hacía á Sancho el arte de su cocinero!

»Y así, llamándonos un día a todos tres a solas en un aposento, nos dijo unas razones semejantes a las que ahora diré: ''Hijos, para deciros que os quiero bien, basta saber y decir que sois mis hijos; y, para entender que os quiero mal, basta saber que no me voy a la mano en lo que toca a conservar vuestra hacienda.

Sus compañeros le detuvieron y aconsejaron que no fuese, siquiera por no publicar su inhabilidad y simpleza. En fin, tales razones le dijeron, que aunque no le consolaron, le obligaron a quedarse.

El propio pastor, bien que tuviera buenas razones para creer que la bolsa sólo contenía hilo de lino, si no largas piezas de lienzo tejidas con ese hilo, no estaba muy seguro de que aquel oficio de tejedor, por indispensable que fuera, pudiera ejercerse sin el auxilio del espíritu maligno. En aquella época remota, la superstición acompañaba a todo individuo o a todo hecho un tanto extraño.

Ella quiere descargarse De la culpa, que le es puesta, Y en este caso allanarse, Y por razones mostrarse Quan con razón los molesta. Y así sepan los mortales, Que sintiendo ella esta injuria Haze cortes generales, Con trompetas y atabales Se van pregonando á furia.

Pero apenas estalló la rebelión de los moriscos, a fines de 1568, don Íñigo, sintiendo hervir en su sangre el atávico rencor, reunió un día en su casa a sus amigos y parientes demostroles con elocuentes razones el imperioso deber de ayudar al soberano contra aquellos perros infieles. Muchos resolvieron acompañarle.

D. Agustin Pio de Elia, se dijo: Que atentas las razones que han espuesto los Señores D. Cornelio Saavedra y D. Pedro Andres García, reproduce el voto del primero, concurriendo el Sr. Síndico con voto activo. Por el Sr. D. Miguel Escuti, se dijo: Que no halla mérito para innovar; pero que en el caso de que á pluralidad de votos deba hacerse, que entonces gobierne el Exmo. Sr.

Si alguien pregunta por qué, se le contestará que por razones de Estado. ¿Y usted salvará a la duquesa? Respondo de ella. ¿Y a mi hija también? El doctor movió lentamente la cabeza.

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