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En el claro y sereno cielo resplandecían la luna y multitud de estrellas, que, en vez de envolverlo en un manto negro, lo teñían de azul con luminosos rasgos de plata y refulgentes bordados de oro.

Aunque las Provincias son en realidad pequeñas repúblicas, por la naturaleza de sus instituciones y costumbres especiales, y por lo mismo forman un grupo relativamente superior al de Cataluña, los dos tienen tanta homogeneidad en sus rasgos generales, que pueden ser comprendidos en una comun apreciacion.

Cuando se presentó en el salón ataviado con el uniforme de maestrante de Granada, su faz lívida, el círculo azulado que rodeaba sus ojos, la fatiga que se leía en todos sus rasgos no pudo menos de sorprender a los circunstantes que empezaron a hablarse al oído. «Es el uniforme decían algunos lo que le da ese aspecto de muerto desenterrado.» «¡Qué uniforme!

Los rasgos más ostensibles de su carácter son la acometividad, la rebelión, el odio; pero «el odio como dice Rodenbach, sólo acredita un exceso de amor». Aborrece á los poderosos porque el sufrimiento de los débiles acongoja su corazón.

En compensacion, y reservando para la descripcion de Brujas otros rasgos notables que le son comunes á Gante, los jardines de esta ciudad encantan al viajero.

Con que déjese usted de rasgos si no quiere que la silbe, porque esas simplezas no se ven ya más que en las comedias malas. Nada, yo me he propuesto sacarla a usted del terreno de la tontería y ponerla sólidamente sobre el terreno práctico. Lo que es el dinero no lo tomo declaró la enferma del corazón, alargando los labios como los niños mimosos.

El general experimentaba impulsos de ternura, nunca sentidos, escuchando referir o presenciando y oyendo rasgos y respuestas del chico, que no pasaban de meras insolencias infantiles y que a él se le antojaban claros indicios de ideas sanas, principios severos y voluntad enérgica. Pepito era indudablemente a sus ojos un caso notabilísimo de atavismo. Los procedimientos de fuerza le encantaban.

Contraria pero simultáneamente a la frase «Eres polvole dijeron que el hombre es el rey de la tierra; las aguas de los mares y las arenas del desierto son llanuras francas a su actividad y su valor; las fieras de brutal poder, esclavas de su inteligencia; los metales, que como venas de fuerza y riqueza serpean por las entrañas de los montes, tesoros escondidos para que el trabajo los descubra y el sudor los fecunde; y hasta la mujer, arcilla divinamente modelada con los rasgos de la amante y la madre, es suya también, carne de su carne, hueso de su hueso.

Pero sin auxilio alguno de los libros sabios, a simple vista no más, podemos ver esta milagrosa variedad de los seres. Y bastan unos simples rasgos para producirla. El rostro humano se compone de tres elementos: unos ojos, una nariz y una boca. Y cada ser que integra la humanidad es distinto. No cabe con menos recursos una diferenciación mayor.

Para las redondillas y quintillas, sobre todo, cuando comprenden antítesis, rasgos epigramáticos y juegos de ingenio, la locución es algo más reposada, y sin embargo, la rapidez con que esto se hace es siempre grande, sobre todo, cuando sirve para indicar el progreso de la acción.