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Actualizado: 21 de octubre de 2025
Le dejo ver un chiquito de mi alma, alguna rareza mía, y después me asusto de que él pueda adivinarme toda". "28 de marzo. "Hemos jugado anoche a la lotería por moneditas, con Julio y varios muchachos que también estuvieron. Pero Julio y Eduardo nos dejaron temprano. Claro, la lotería resulta un juego tan tonto, y tenían tan poca gracia los chistes que hacía uno de los muchachos.
Pero más que la rareza de las cartas contribuía sin duda a turbarle el profundo amor que en su naturaleza sensible y tímida había arraigado. «Esta tarde a las tres. Por la tribuna,» decía la carta únicamente. Su turbación no se disipó por completo. Las citas como aquélla eran extremadamente peligrosas; le causaban, enmedio de su felicidad, una impresión de miedo que no podía vencer.
Nadie se cuida de los millonarios, y helos ahí teniendo que fundar escuelas y hospitales y que distribuir su dinero en obras de beneficencia. ¡Pobres millonarios! Hasta hace poco, su desamparo se explicaba por su rareza. Los millonarios eran escasísimos y no podían imponerse. Pero las cosas han cambiado, y hoy, en Bilbao, ¿quién no está ya en el tercero o cuarto millón?
Aquel tour de force de reducir á ojivas, doseletes y columnas los caprichosos giros de una vegetación extravagante, parecióme pueril y necio. Reconozco el artificio, la rareza, la originalidad; pero niego el arte, la poesía, la propiedad, la belleza. Prefiero, pues, la fachada de San Pablo. Pasé por el Ochavo, lugar del suplicio de D. Álvaro de Luna.
En número mucho más considerable aparecieron otras colecciones semejantes, en parte de copioso material, en los últimos años de la vida de Lope, y desde entonces hasta fines del siglo XVII. Las colecciones más grandes de esta clase fueron dos, que llevan el título de Comedias de diferentes autores, impresas en Zaragoza, y en Valencia, habiendo visto la luz la mayor parte en la primera mitad del siglo XVII. Un ejemplar completo de estas obras es una verdadera rareza bibliográfica, que no he visto en ninguna parte, conociendo sólo algunos tomos aislados, como, por ejemplo, el XXIX, Valencia, 1636; el XXXII, Zaragoza, 1640, y el XLIV, también en Zaragoza, 1652.
De aquí la rareza entonces de la verdadera mujer y el mágico y portentoso efecto que producía en el alma de guerreros bárbaros y briosos, avezados a ver hembras solamente.
Por una rareza singular, no he conservado de esa época más que un recuerdo vago de las personas cuya vida ha estado más estrechamente asociada a la mía; sin duda porque las impresiones siguientes han borrado las primeras. Mi padre era un hombre pequeño, robusto y rechoncho, de barba y cabellos negros y cortos, calzado con altas botas lucientes y vestido de una hopalanda de basto paño verdoso.
Confidencias Mucho de lo que voy a escribir ha de parecerte singular y raro, pero apenas hay en ello otra rareza que la sinceridad con que yo lo digo. Como poseedora de un maravilloso instrumento óptico, escudriñaré cuanto se oculta en los más hondos senos de mi alma y te lo contaré todo. Lo contaré en resumen para no cansarte ni cansarme.
Es rareza inexplicable que en toda nuestra península ibérica, y probablemente en sus colonias hasta tiempos novísimos, apenas haya habido nunca vacas de leche ni con la leche de vacas se haya hecho manteca. Tal vez, hará cuatro o cinco siglos, la manteca de vacas se hacía en España y se llamaba butiro.
He oído decir que no hay grandes esperanzas que fundar sobre una época en que las ambiciones tienen tantos móviles y tan pocas excusas, en que se toma comúnmente lo vitalicio por durable, en que todo el mundo se queja de la rareza de las obras, en que nadie osa confesar la rareza de los hombres... ¿Y si la cosa fuera verdad? le dije.
Palabra del Dia
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