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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Aquella misma verdura de los árboles, tan desnudos en invierno, era bien venida en primavera, pero causaba ahora hastío: casi se deseaba la rama escueta, que tiene mejor dibujo». Hasta era capaz de hacerse artista de veras don Víctor a fuerza de triste y aburrido. Y Ana volvía contenta de la calle. «Mejor, más valía que alguno lo pasara bien: él no era egoísta».
Por la mañana miró la helada negra que parecía oprimir cruelmente cada rama de hierba, mientras que el viento hacía rizar la charca roja, helada a medias. Pero al llegar la noche la nieve se puso a caer y le veló hasta aquella lúgubre perspectiva, encerrándolo estrechamente con su pena concentrada.
Luciana mía exclamé, si la he disgustado a usted, le pido perdón... Y, sobre todo, no llore, pues no podría resistir sus lágrimas, y no sé qué me impediría colgarme de la rama más alta de ese roble. Excelente medio de arreglar de una vez nuestras querellas dijo Luciana riendo.
Otro general de valor, de prudencia y de prestigio, encargóse entonces de inclinar hacia los alfonsinos la rama de que pendía la fruta apetecida y disputada. Fue este el general Concha, que aceptando el mando del ejército del Norte, partió para Bilbao, dispuesto a restablecer la disciplina, aniquilar a los carlistas y proclamar rey de España al joven príncipe Alfonso.
5 Y oyendo esto Baasa, cesó de edificar a Rama, y dejó su obra. 6 Entonces el rey Asa tomó a todo Judá, y se llevaron de Rama la piedra y madera con que Baasa edificaba, y con ella edificó a Geba y Mizpa.
El rompimiento de su padre con ella era, sin duda, la causa de que «la Papisa Juana» se mantuviese alejada de esta rama de su familia, tratando a Jaime con hostil despego. Su padre había sido oficial de la Armada, siguiendo una tradición de la familia.
25 los hijos de Gabaón, noventa y cinco; 26 los varones de Belén y de Netofa, ciento ochenta y ocho; 27 los varones de Anatot, ciento veintiocho; 28 los varones de Bet-azmavet, cuarenta y dos; 29 los varones de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos cuarenta y tres; 30 los varones de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno; 31 los varones de Micmas, ciento veintidós;
Dígame, Alain, ¿tiene usted un cuchillo? ¿Un cuchillo? repitió la señorita Margarita con el acento de la sorpresa. Sí, déjeme, déjeme hacer. ¿Pero qué pretende usted hacer con un cuchillo? Pretendo cortar una rama dijo el señor de Bevallan. La joven lo miró fíjamente. Creía murmuró que iba usted á echarse á nado.
Ya columbraba la ventana de la cocina solariega y hasta llegaban á sus narices los aromas de los guisotes del ama de gobierno, cuando distinguió una miruella sobre la rama más alta de una higuera.
No con menos temor, menos sosiego, Tímido ruiseñor su esposa llama, Á quien el plomo en círculos de fuego 2385 Quitó la amada vida en verde rama, Que mi confuso pensamiento ciego En noche obscura los engaños ama, Esperando que llegue con el día La muerta luz de la esperanza mía. 2390 Mas ¿cómo puede haber tales engaños?
Palabra del Dia
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