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Actualizado: 14 de junio de 2025


La condesa fue a echar mano al papel con grande prisa, pero el ministro lo retiró al punto, diciendo brutalmente: ¡Ca!... Esta no la suelto yo ni un momento; pero ahora mismo la oirá usted de cabo a rabo. Y poniéndose las gafas sobre la frente, porque era miope, comenzó a leer la carta.

Dos veces se presentó el lobo á la vera de la cabaña; pero los perros, que saben su obligación, no le dejaron ganas de ripitir: al segundo viaje le atenazaron el rabo, y por un tris no se queda Navarro con él entre los dientes.

Ahí tenéis por qué esta saliendo todas las noches en el cielo esa estrella con rabo. Es que el mundo se va á acabarEn el número 16: «Pero hija de mi alma, so tunanta, ¿tenías á tu niña mala y no me habías dicho nada? ¿Pues para qué estoy yo en el mundo? Francamente, eso es un agravio que no te perdono, no te lo perdono.

«Corriente, pero aquello de disgustarse de todo era poco divertido. ¿Qué iba él a hacer mano sobre mano un verano entero sin baños, ni bromas en las aguas de Termasaltas?». «Y quedaba el rabo por desollar. La cuestión de salvarse o no salvarse. Aquello era serio.

No sabía qué era, pero lo había, ¡vaya si lo había! En su consecuencia determinó acomodarse mejor al giro de los sucesos, capear el temporal y ver en qué paraba aquello. Desde entonces no sólo prescindió de todo gruñido irrespetuoso con Flora, sino que procuró, sin arrastrar su dignidad por los suelos, con algunos adecuados meneos de rabo, hacer olvidar su desmán.

Yo también me reí, pues sabía que la abuela le había contado de cabo a rabo mi escena de la Catedral. Comprendo ese rencor continuó el cura. He perdonado, señor cura. Muy bien; digamos entonces su memoria. El consejo de referirse a las hablillas corrientes ha sido una broma; nada más falso, con frecuencia, ni más malo siempre.

Comenzó por abrir la carta con la punta de los dedos; me miró sonriendo, leyó unas cuantas líneas, volvió a sonreír, y por último, aumentando su jovialidad, prorrumpió en una franca carcajada que a me dejó desconcertada. Con todo, como acabó de leer la carta de cabo a rabo, ya iba yo recobrando una ligera esperanza, cuando súbitamente vi que la rasgaba.

Figúrense ustedes, señores manifestó con su característico acento gallego, que allí a las vacas les atan el rabo con una cuerda, ¿saben? y lo tienen suspendido para que cuando les da la gana de proveerse lo puedan hacer sin ensuciárselo. Esta noticia, rigorosamente exacta, hace soltar la carcajada a los presentes.

-Yo se lo diré -respondió Sancho-: los años pasados estuve un mes en la corte, y allí vi que, paseándose un señor muy pequeño, que decían que era muy grande, un hombre le seguía a caballo a todas las vueltas que daba, que no parecía sino que era su rabo. Pregunté que cómo aquel hombre no se juntaba con el otro, sino que siempre andaba tras dél.

Se deja rehogar, y cuando se dora se le echa jerez y caldo de cocido. Al tiempo de servirlo se pasa la salsa. PAVO CON ACEITUNAS. Después de bien preparado y arreglado el pavo, se le da unas vueltas en una cacerola con pedazos de tocino, para rehogarlo; se añaden luego doscientos gramos de aceitunas, a las cuales se habrá quitado el hueso, y se dejan sin rabo.

Palabra del Dia

rigoleto

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