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Todas estas montañas van gradualmente en descenso hasta terminarse un poco al este de Aten y de Apolo, donde hay todavía un eslabon independiente y elevado; este es el Altuncama, cuyo temperamento, muy apropiado para el cultivo de las papas, indica que su altura sobre el nivel del oceano es de mas de dos mil quinientas varas.

En el año 1609, dice en El Arte nuevo de hacer comedias que lleva escritas cuatrocientas ochenta y tres, y por el mismo tiempo asegura Francisco Pacheco, en el elogio que precede á la Jerusalén conquistada, que el número de sus comedias asciende á la suma redonda de quinientas.

Santa Fe, situada en la confluencia del Paraná y otro río navegable que desemboca en sus inmediaciones, es uno de los puntos más favorecidos de la América, y, sin embargo, no cuenta hoy con dos mil almas; San Luis, capital de una provincia de cincuenta mil habitantes, y donde no hay más ciudad que la capital, no tiene mil quinientas.

Y como ya fuese acabada esta otra Casa del Sol que habeis oido, mandó Inca Yupanqui que luego fuesen juntas quinientas mujeres doncellas, y como allí fuesen traidas, ofreciólas al sol, para que allí siempre estas tales doncellas sirviesen al sol y estuviesen allí dentro, bien ansí como las monjas son encerradas; y luego, allí, llamando á un señor anciano y natural de la ciudad del Cuzco que á él le pareció que era hombre honesto y de buen exemplo y fama, que estuviese y regiese allí en la Casa del Sol, y que fuese mayordomo del sol y de la tal casa.

Así que llegó Setoc á su tribu, reclamó de un hebreo quinientas onzas de plata que le habia prestado á presencia de dos testigos; pero habian muerto ámbos, y el hebreo que no podia ser convencido, se guardaba la plata del mercader, dando gracias á Dios porque le habia proporcionado modo de engañar á un árabe.

Subió D. León Pintado al púlpito y echó un sermonazo lleno de los amaneramientos que el tal usaba en su oratoria. Lo que aquella tarde dijo habíalo dicho ya otras tardes, y ciertas frases no se le caían de la boca. Tronó, como siempre, contra los librepensadores, a quienes llamó apóstoles del error unas mil y quinientas veces.

Señor duque, está usted equivocado dijo Fayolle poniéndose serio . Recuerde usted que habíamos quedado en las cuatro mil. Recuerdo perfectamente. Al mismo tiempo, aprovechando el momento en que Fayolle miraba al empleado, le hizo un guiño expresivo. El cochero respondió por boca del dependiente que el caballo se había ajustado en tres mil quinientas pesetas. Entonces el comerciante se irritó.

La ciudad de Chichén-Itzá es toda como la Casa del Enano. Es como un libro de piedra. Un libro roto, con las hojas por el suelo, hundidas en la maraña del monte, manchadas de fango, despedazadas. Están por tierra las quinientas columnas; las estatuas sin cabeza, al pie de las paredes a medio caer; las calles de la yerba que ha ido creciendo en tantos siglos, están tapiadas.

Despues de la famosa disputa entre Gerónimo de Santa Fe i los mas doctos rabís de las aljamas de España, convirtiéronse muchos judíos á la fe de Cristo: en Zaragoza, Calatayud i Alcañiz mas de doscientos: en Daroca, Fraga i Barbastro, unas ciento i veinte familias: en Caspe i Maella quinientas personas: i á mas todos los naturales de las villas de Tamarit i Alcolea .

Quisiera ver a esos graves policemen de que nos hablan los libros, en este escenario, en que no existen registros de vecindad, en que se ignora el movimiento de la población, en que la entrada y salida de extranjeros es un secreto para las autoridades, en que uno puede ser casado diez veces, tener quince domicilios, mil nombres distintos y quinientas profesiones diferentes, y todo en la mayor reserva, no digo para la autoridad, sino para los hijos, la esposa, los hermanos y hasta los vecinos, por más curiosos que sean.