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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Por el respeto que los hombres nos debemos los unos a los otros, no quiero dejar de cumplir ningún requisito de los que ordena toda sociedad bien organizada. Siempre he sido esclavo de las buenas formas. Tráiganme ustedes cuantos curas quieran, que yo no me asusto de nada, ni temo nada, y no desentono jamás. No descomponerse; ese es mi tema».

Y esto por sugetos que talvez no saben otra cosa que disfrutar sueldos, sin que puedan formar la mas mínima idea de lo que es la costa patagónica, ni aun entender el plano mas sencillo. Temerario arrojo, ¡que hombres de tales circunstancias quieran penetrar los arcanos del Soberano!

Falta únicamente para que pueda esto llevarse á cabo, que algunos hombres benévolos, despojándose de sus intereses particulares, quieran consagrarse al desarrollo de las facultades intelectuales de estos Indios y á su educacion social, gobernándolos moral y físicamente.

«Porque los santos, ¿qué fueron? decía ; personas a quienes no se les importaba nada salir a la calle hechos unos adefesios. Indudablemente no tengo yo esta despreocupación, que es la base de la virtud. Digan lo que quieran, el santo nace. No se adquiere este mérito con la voluntad, ni hay quien lo posea si no lo ha traído consigo del otro mundo.

Lo que me choca más es el propósito de que las novelas, cuentos, academias o como quieran llamarse, no se han de escribir para deleitar y pasar agradablemente el tiempo con su lectura, sino para mortificar, aterrar y compungir a los lectores, como con una pesadilla tenaz y espantosa.

Que Calderón era un gran poeta; Y que yo soy lo que quieran mis lectores que sea. Esto escribía yo una noche que no tenía sueño. Eran las tres. Estaba en calzoncillos blancos y tenía frío. No tenía un cuarto y estaba desesperado. Un viejo reloj de pared me dejaba oír un monótono tic-tac. El ruido de un péndulo cuando se está en cierta disposición de ánimo, es un ruido que crispa los nervios.

El que correspondería al mayordomo... un establecimiento como éste... aunque no sea gran cosa, necesita un mayordomo. ¿Y Baldomero?... Por ahí andará dijo Melchor como si contestara a la pregunta, dirigiéndose hacia su zaino y agregó: cuando quieran. Los dos viajeros se despidieron de todas las personas del servicio y al disponerse a hacerlo con Melchor, éste les dijo: Los voy a acompañar.

Y el capitán metió brutalmente un papel en el pecho de Polonia, cuyos ojos enrojecidos parecían llorar sangre. ¡Ah! no, no; yo no quiero ir con Vds.; mi abuelito les dará todo lo que quieran, pero yo no quiero ir, exclamó Juanito, arrodillándose y juntando las manos ante aquellos miserables.

A la tercera o cuarta llamada, Fortunata movió ligeramente los párpados, y desplegando los labios, apenas dijo: «Nene...». xiv «¡Caracoles!, esta mujer se va... ¡Y yo solo aquí con ella!, y el crío allá abajo. ¡Van a decir que le he robado! Anda, los ladrones serán ellos. Que digan lo que quieran. ¿A , qué? Les presento el papelito firmado por ella, y en paz. ¡Pobre mujer!

Cualquier indio a quien se ofrezca un corto interés está pronto a todo cuanto quieran mandarle, brindándose ellos mismos, y procurando ser preferidos a los otros; conque éstos no son procedimientos de perezosos, porque, si lo fueran, ningún interés les moviera a trabajar.

Palabra del Dia

bagani

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