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Actualizado: 11 de junio de 2025


No advirtió en él ningún indicio de las extravagancias de marras. «La señora no tiene hijos... ¡Qué lástima! exclamó Ido . Dios no sabe lo que se hace... Y yo pregunto: si la señora no tiene niños, ¿para quién son los niños? Lo que yo digo... ese señor Dios será todo lo sabio que quieran; pero yo no le paso ciertas cosas».

Cuando la poblacion se halle en estado de recibir á los que han de habitarla, se convida á los que voluntariamente quieran establecerse en ella: que estoy seguro lo solicitarán mas que habitaciones tenga, por el interes de la propiedad, y lo feráz del terreno, con otros alicientes que el gefe ya podrá presentarles de acuerdo con el Superior Gobierno.

Los indios, por la poca instrucción que tienen, carecen de un perfecto conocimiento de la gravedad de los pecados, y por consiguiente no pueden ser movidos sus interiores sentimientos a la detestación y aborrecimiento de ellos con aquella viveza y eficacia que es necesaria para disponerse a confesarlos y dolerse de haberlos cometido, en cuya disposición no piensan, porque no saben cuándo han de confesarse, y en mandándoselo, estén o no dispuestos para ello, se han de confesar, quieran o no quieran, y tal vez es cuando ellos menos piensan en ello.

Para remediar este mal no veo otro recurso que el de repartir, y dar debalde los terrenos á los que se quieran quedar. Por lo que toca á la oposicion que se puede temer do los indios, la considero de poca monta. Algunos caciques han convenido en que nos avancemos lo que se proyecta, y estamos en paz.

Si el Rey no quiere... ¿Hay quien esté por cima del Rey? El Rey manda en todas partes, y digan lo que quieran, no hay más que su sacra real voluntad. ¡Muchachos, viva Fernando VII! Pero vengan acá, zopencos dijo Santorcaz . ¿Dicen ustedes que nadie manda más que el Rey? Nadie más.

Bien se ha comido el mío; y no creas lo que dicen por ahí, no; no es cierto que yo me gastara con ella lo que me saqué a la lotería y la herencia de mi tío. En total, no me pellizcó arriba de dos mil duros, porque como la Justicia me la quitó de entre las manos cuando menos lo pensaba... Digan lo que quieran, chico, hay Providencia.

Precio: 30 rs. en Madrid y 34 en provincias, franco de porte. JAHR. Nociones elementales acerca de la Homeopatía y del modo de practicarla, con algunos de los mas importantes efectos de diez de los principales remedios homeopáticos; dedicadas á las personas de buena que quieran convencerse esperimentalmente de la verdad de esta doctrina. Segunda edicion española. Madrid, 1854.

CUESTA. Que lleven esta carta al correo. PATROS. Ahora mismo. Mujercita juguetona, ven aquí. ¡Qué dicha tan grande verte! ELECTRA. ¿Me quiere usted mucho, Don Leonardo? ¡Si viera usted cuánto me gusta que me quieran!

El lector bosteza, pero ¿qué importa, si el crítico se extasía y se encara con la plebe ignorante que no sabe divertirse? Sin embargo, piensen estos señores lo que quieran, la exactitud no es la primera obligación del artista, sino la de hacer sentir la belleza. Homero no deja de ser el más grande poeta porque pensase que el río Océano rodeaba á la tierra.

«Ustedes dirán lo que quieran... pero yo... Es que no se fijan bien... Y en último caso, vamos a ver, ¿me negarán que es monísimo?». ¡Ah!, eso no... y que tiene que ser un gran pillete. Tiene a quien salir. Su padre fue primero empleado en el gas; después punto figurado en la casa de juego del pulpitillo. ¡Punto figurado! ¿Y qué es eso?

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