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Actualizado: 26 de mayo de 2025
¿Y las cosas no se arreglan? ¡No!... No preguntes por qué. Conténtate con esta respuesta: ¡no! De repente se inclinó hacia mí, se apoderó de mis manos y me dijo desde el fondo del corazón: Ves, Olga, cómo nuestro compañerismo ha tenido mejor resultado que el que podíamos esperar uno y otro hace media hora. ¿Querrías asistirme fielmente, y ayudarme en cuanto estuviera en tu poder?
Llamas a esto perder la razón... Acaso el cordero no se rebela cuando lo llevan a... ¿Y tú querrías? ¿Así es como me amas?... ¿No piensas en Martín? ¡Es tu hermano! ¡lo sé!... Pero sé también que moriré si sigo por más tiempo al lado de él. Me pongo a temblar sólo al pensarlo... ¡Llévame contigo, Juan! ¡Llévame contigo!
Hoy van a bailar allá, en la aldea dice. ¿Querrías ir tú también, gatita? Ella se tuerce las manos gimiendo, para expresar mejor su deseo. «Pero, como no puedo, me quedo en casa» murmura él. ¡No he bailado nunca contigo, y querría bailar!... Tú bailas muy bien. ¿Cómo lo sabes?
«Mañana dijo ella , irás conmigo a verle». A quién... ¿al chiquillo de Nicolasa?... ¡Yo! Aunque no sea más que por curiosidad... Considéralo como una compra que hemos hecho las dos maniáticas. Si compráramos un perrito, ¿no querrías verle? Bueno, pues iré. Falta que mamá me deje salir mañana... y bien podría, que este encierro me va cargando ya.
Es más: yo creo que si no fuera al Jockey, tú no le querrías tanto. Un marido un poquitín calavera un poquito nada más ¿eh? es más seductor, tiene más sal. La absoluta santidad masculina no suele hacernos absolutamente felices a las mujeres. Los santos suponiendo que los haya no están bien más que en el cielo. Aquí, en la tierra, los calaveras claro, con medida son más amados que los ángeles.
Pues por dos razones... La segunda, porque tú no querrías ir... Y la primera, porque María Villasis no querría que yo fuese dijo la Mazacán echándose a reír con todo su desparpajo. Justo replicó Currita . Lo mismo, lo mismo que don Simplicio Bobadilla Majaderano y Cabeza de Buey: «Puesto que Leonor renuncia a mi mano, renuncio a la mano de Leonor...».
No me acuerdo... ¿En qué querrías tú que pensase? El conde vaciló un momento; pero animado por la graciosa sonrisa de su ex-novia se atrevió a articular: En mí. Fernanda le miró en silencio, con curiosidad burlona bajo la cual chispeaba una alegría imposible de ocultar.
Mal hiciste en casarte con un viejo... y con un viejo pobre y obscuro. ¿Querrías tú ser conocida y celebrada por ti, quedando tu marido en su obscuridad y en su pobreza? ¿Querrías tú que llegase yo a ser conocido como el marido de doña Beatriz? No lo quiero, ni eso es posible.
-Sí juro -respondió Sancho. -Dígolo -replicó don Quijote-, porque soy enemigo de que se quite la honra a nadie. -Digo que sí juro -tornó a decir Sancho- que lo callaré hasta después de los días de vuestra merced, y plega a Dios que lo pueda descubrir mañana. ¿Tan malas obras te hago, Sancho -respondió don Quijote-, que me querrías ver muerto con tanta brevedad?
Las otras dos, más fuertes, deliberaron. ¿Quién le ponía el cascabel al gato? ¿Quién proponía a su señor padre que recibiera los Sacramentos? Se lo propuso la hija mayor, Agapita. Papá, tú que eres tan bueno, ¿querrías darme un disgusto, dárselo a mamá, sobre todo, que te quiere tanto... y es tan religiosa?...
Palabra del Dia
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