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Actualizado: 13 de junio de 2025
Cuando madame de Sevigné empleaba un mes en ir de la Bretaña á la Provenza, salvaba paso á paso y por grados, la violenta oposición de estos dos climas, pasando insensiblemente de la zona marítima del Oeste á la del Este, en el clima exclusivamente terrestre de la Borgoña.
Al pasar por la Provenza se siente uno conmovido por un mundo de recuerdos que hacen soñar con los heróicos tiempos de los trovadores provenzales, esos inspirados y galantes fundadores de la lengua francesa y propagadores, de la poesía, la música, el canto, el sentimiento caballeresco y religioso y el espiritualismo de la idea cristiana.
Si en los ojos tenía lágrimas, en aquella voz había odio. El odio es la cólera de los pusilánimes. En el caso de la amoladora, no las tendría yo todas conmigo. Entre los innumerables dichos graciosos, proverbios o adagios con que adornan sus discursos nuestros campesinos de Provenza, no conozco ninguno más pintoresco ni extraño que éste.
Todos, desde Ferragut á los últimos marineros, contemplaban como algo propio la ciudad que iba asomando en el fondo de la bahía, sus bosques de mástiles y su amontonamiento de edificios grises, sobre los cuales brillaban las cúpulas bizantinas de la nueva catedral. En torno de Marsella se abría un hemiciclo de alturas desnudas y secas, coloreadas alegremente por el sol de Provenza.
Cuando se la había oído una vez, se estaba tan firmemente convencido como si se hubiese abierto una información con todas las formalidades del caso. Contó su nacimiento en una rica propiedad de la Provenza. Sus padres, que poseían una importante fábrica, destinaban a un industrial su hija y su fortuna.
Quiso habitar el cuarto de la calle de Provenza; pero con gran sentimiento supo que había sido alquilado, durante su ausencia, por un señor extranjero que no lo ocupaba. Intentó volver a verlo, al menos, y el portero no tenía las llaves; las puertas y las persianas de la habitación estaban constantemente cerradas.
Ayer tarde, por no ir más lejos, presencié el regreso de los rebaños a una masía situada al pie de la cuesta, y les juro que no cambiaría ese espectáculo por todos los estrenos que hayan tenido ustedes en esta semana en París. Y si no, juzguen. Sabrán que en Provenza se acostumbra enviar el ganado a los Alpes cuando llegan los calores.
Así lo prueban, entre otros hechos, haber formado con la Galia meridional un mismo imperio bajo los godos; haberse hablado después en toda la costa oriental y en Aragón la lengua de la Provenza, siendo partícipe de su cultura y viviendo en íntima comunicación con ella; las osadas expediciones de catalanes á todos los puertos del Mediterráneo, y por último, su frecuente trato con Italia como residencia del poder papal, y los estrechos vínculos que la unieron á ella desde que dominaron en Nápoles los reyes de Aragón.
Innumerables poetas y actores de la Provenza, en donde le retuvieron frecuentemente negocios de estado, siguieron su corte y correspondieron á sus liberalidades haciendo de él grandes elogios . Entre los príncipes de la casa de Aragón, que le sucedieron, distinguiéndose por el favor que mostraron á la poesía provenzal, cuéntanse Pedro II, Jaime I y Pedro III. La grandeza siguió el ejemplo de sus soberanos, hospedó en sus castillos á los cantores errantes, y hasta cultivó también su arte.
La ilustrada ciudad de Chuquisaca ó La-Plata, circundada de montañas y de campos cultivados, ofrece enteramente la misma temperatura de la Provenza, en Francia, y podria producir los mismos frutos.
Palabra del Dia
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