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Actualizado: 26 de julio de 2025
Como ejercía una autoridad de procónsul sobre su comarca natal, una de sus primeras disposiciones fué apoderarse de la gran propiedad en la que había trabajado como humilde capataz. El propietario, residente en París, recibió de él una carta dulce y respetuosa: «Venga usted por aquí, patroncito; tendré un verdadero gusto en verle. Arreglaremos cuentas sobre su hacienda.
Fue todo lo que pudo sacar de él D. Nemesio, quien por su parte nos enteró prolijamente de su patria, condición, familia, carácter y cuantas circunstancias podían ser directa o indirectamente útiles para su biografía. Era un propietario rico de Simancas, donde había nacido y criádose, y tenía mujer y siete hijos, cuatro de ellos casados.
Era un buque viejo y lo habían asegurado por el cuádruplo de su valor. El capitán estaba asociado con el propietario, que había hecho quiebra varias veces... Y precisamente porque era irracional este viaje, Ulises se apresuró á embarcarse. La prudencia era para él una vulgaridad. Todo lo absurdo suponía obstáculos y peligros, tentando de un modo irresistible su atrevimiento.
Por indicación del seminarista, muy versado en estos asuntos, bajaron al lagar de don Pedro, situado en el fondo del valle, a unos trescientos pasos del pueblo. Era un edificio rústico, que por un lado miraba a la pomarada y por otro a un vasto campo de regadío, en el cual, por ser el único sitio llano y despejado que había cerca, celebrábase la romería, con permiso de su propietario.
El señor de Sanglié iba de cuando en cuando a llamar a la puerta de los de La Tour de Embleuse. Era su antiguo propietario, el testigo de boda de Germana y el amigo de la familia. A la duquesa la encontraba siempre, al duque nunca; pero todo París le daba noticias de su deplorable amigo. Resolvió, pues, salvarle, del mismo modo que antes le había dado alojamiento, por el honor del linaje.
Bien sabido es que el famoso vino que allí se produce no es regalado ó vendido por su opulento propietario, el duque de Metternich, sino para el consumo de soberanos y príncipes, ó de esos reyes de los cofres que se llaman banqueros, capaces de pagar á 27 ó 30 francos la botella del delicioso licor.
El propietario de una de las mejores fábricas tuvo la bondad de permitirnos la entrada y mostrarnos con mucha obsequiosidad todas las operaciones y los aparatos. Hablaba bien frances y parecia contento de que dos hijos de Colombia hubiesen ido á visitarle su fábrica.
Varios nos confirmaron que, efectivamente, habían oído hablar hacía unos quince años de un Juan de Aguirre, propietario en Ilo-Ilo y antiguo marino; en cambio, el capitán de la corbeta Mari Galante, Francisco Iriberri, a quien encontramos en una de esas calmas del Océano Índico, al sur de Madagascar, me dió otros datos.
Pero antes de mi partida quise, como un propietario cuidadoso de sus intereses, conocer al detalle los bienes que la bondad del Rey me había devuelto. Pasé dos o tres días en un trabajo nuevo para mí, y examinando y poniendo en orden los contratos y títulos que había en el departamento que habitaba Carlos.
Para economizar su uso, defendía los postizos de su cabeza rubia con una variedad de gasas de colores adquiridas en los montones de los grandes almacenes de París. Al saber que Isidro iba como ella a la Argentina, le había preguntado por la próxima cosecha, creyéndolo un propietario de aquel país.
Palabra del Dia
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