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Actualizado: 5 de junio de 2025
Los que tomaron por lo serio a Esquilo, en su Prometeo encadenado, supusieron que Júpiter se vengó de sus blasfemias ordenando a su águila que desde lo sumo del aire dejase caer una enorme tortuga que llevaba entre las garras, sobre la venerable calva del glorioso dramaturgo, y le saltase los sesos.
La energía indomable del doctor Vargas lo salvó; pero, cuando salió de la lucha, la juventud había pasado, y sólo quedaba en el alma un cariño inmenso por los que sufrían lo que él había sufrido. Siempre he mirado con un supremo respeto al distinguido escritor colombiano que tiene, como Prometeo, la cadena que lo aferra y el buitre que lo devora, sin que su espíritu decaiga un instante.
Las palabras con que se apostrofa á D. Juan, hijo natural de Felipe IV, Generoso Don Juan de Austria, Hijo del águila famoso, Que al sol mira cara á cara, demuestran que esta comedia hubo de representarse después de la muerte de Felipe; pero no antes de 1667, hasta cuyo año estuvo el teatro cerrado. La estatua de Prometeo.
Tú que en las nubes tienes alto nido, Tiende tu vuelo, condor atrevido, Que sustentas de Chile el paladion; Sigue del sol la luminosa huella, Y trae cual Prometeo una centella Para incendiar con ella á la nacion.
Dios cogerá una vara de lirios perfumados Para apagar el fuego del cráter del volcán. Alma bohemia que jamás se abate, gemela de Talión y Prometeo, antes que suene el grito de combate por la arena del circo me paseo. No temas tú, oh Amor, porque me veas despreciando mi vida ante el Coloso; Una gota de sangre en las ideas ¡es Jesús en el Gólgota glorioso! ¡Y yo no temo al César!
El monstruo de los jardines. El encanto sin encanto. La niña de Gómez Arias. El gran príncipe de Fez. El Faetonte. La aurora en Copacavana. El conde Lucanor. Apolo y Clímene. El golfo de las Sirenas. Fineza contra fineza. Las que siguen son las no coleccionadas y las inéditas hasta entonces: Fieras afemina amor. La estatua de Prometeo. El Turaní de la Alpujarra. Amado y aborrecido.
A lo lejos, su enemigo Prometeo lamentábase, aherrojado en una peña del Cáucaso. Tales eran las venturas de los dioses. ¿Hubo algún heleno, pastor, sacerdote ó rey que se atreviera á trepar por las pendientes de Olimpo que dominan los altos pastos de las cañadas y las lomas? ¿Atrevióse alguien á poner el pie sobre la cumbre para encontrarse de pronto en presencia de los dioses terribles?
Toma Calderón la fábula de Prometeo para argumento de un drama, y toman Fenelón y Lope el asunto de la Odisea para el Telémaco y la Circe, y nada hay más característico de su época que las obras de estos tres ingenios, ni nada más extraño al sentir, al pensar y al imaginar de Esquilo y de Homero.
Así Minerva ahuyenta a las Furias y devuelve a Orestes la paz del alma, y así Prometeo es libertado y salvado por el hijo mismo del dios que tan horriblemente le castigaba. Hace ya tiempo que escribí un artículo dando cuenta al público español de las novelitas llamadas Academias, que ha escrito el literato uruguayo D. Carlos Reyles.
Tales son los siguientes: La estatua de Prometeo. Trabajo profundo del mito de Prometeo, con arreglo á las ideas cristianas.
Palabra del Dia
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