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Actualizado: 14 de julio de 2025
Basilio no tenía tiempo suficiente para abrirlos, acaso le detuviera tambien el pensamiento de que no es nada agradable recibir un insulto ó una provocacion y no tener medios de defenderse ó contestar. La censura, en efecto, permitía los insultos á los filipinos pero les prohibía á estos la réplica.
A mediados del siglo XVI tomó tal vuelo entre nosotros la enseñanza, que en Galicia las Ordenanzas de Mondoñedo castigaban con tres años de destierro a los padres cuyos niños no iban a la escuela; se prohibía que pudieran ser alcaldes los que no sabían leer y escribir; y en Madrid se multaba en dos mil maravedís al hombre cuyos hijos no iban al estudio municipal, con lo que se procuraba secularizar la enseñanza, evitando que la juventud acudiese a las cátedras de los frailes.
Mientras las puertas del Congreso estaban cercadas por una multitud de papanatas, a quienes se prohibía hasta aproximarse a la acera, él las atravesaba erguido entre las reverencias de los porteros, que, al abrirle respetuosamente la mampara de rojo terciopelo, le decían: Pase Usía.
El rey prohibía que se usase más de encajes finos, cintas de plata y oro, terciopelos rayados, etc., como no fuera con cierta moderación muy limitada; añadía que los menestrales, barberos, labradores y especieros no podían llevar vestidos de seda, y vedaba en absoluto que ni hombres ni mujeres luciesen aderezos y adornos de piedras falsas, que entonces se labraban con gran perfección, imitando á los legítimos.
Colocaba en los cajones los libros, después de sacudirles el polvo, por el orden señalado en el catálogo escrito por don Carlos. Vio un tomo en francés, forrado de cartulina amarilla; creyó que era una de aquellas novelas que su padre le prohibía leer y ya iba a dejar el libro cuando leyó en el lomo: Confesiones de San Agustín. ¿Qué hacía allí San Agustín?
Los días iban transcurriendo pesados, largos y cansados, días sombríos de principios de primavera, durante los cuales me revolvía en la cama, impaciente, desesperado e impotente. Ansiaba poderme levantar y actuar con actividad, pero Walker me lo prohibía. En cambio me traía libros y diarios, y ordenaba tranquilidad y absoluto descanso.
Pero al fin éstos no pudieron permanecer inactivos, y comenzó a poner obstáculos al apostolado de su excusador. Unas veces le quitaba de predicar en determinados días, otras le prohibía sentarse tantas horas en el confesonario o le obligaba a decir la misa más tarde.
Tercera: en el espacio de una semana no había de ponerse en escena más que una sola comedia. Cuarta: se prohibía también el lujo de los vestidos de los actores, particularmente llevar en ellos oro, y mudar de trajes durante la representación, á no ser que la obra dramática lo hiciese indispensable.
3.º Que se prohibía á las mujeres presentarse en traje de hombres, y que, al alternar con los demás actores, habían de ser acompañadas de sus padres ó esposos. 4.º Que se vedaba la asistencia á los teatros á prelados, clérigos y frailes.
A veces quería Fermín ayudarla, intervenir con sus puños en las escenas trágicas de la taberna, pero su madre se lo prohibía: Tú a estudiar, tú vas a ser cura y no debes ver sangre. Si te ven entre estos ladrones, creerán que eres uno de ellos.
Palabra del Dia
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