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Actualizado: 7 de junio de 2025
Que cada día iban turcos á ellas á hacerles guardia, temiéndose no fuesen sobre ellas los cristianos, y que estando como estaban, 40 ó 50 galeras que viniesen las tomaban todas, por estar con tan pocos turcos y tan llenas de cristianos. Otras muchas veces se salió á tomar lengua y no se pudo, porque todos se dejaban matar por no venir en prisión.
Padre del cielo, en cuya fuerte diestra Está el gobierno de la tierra y cielo, Cuyo poder acá y allá se muestra Con amoroso, justo, y santo zelo; Si tu luz, si tu mano no me adiestra A salir deste caos, temo y recelo Que como el cuerpo está en prisión esquiva, Tambien el alma ha de quedar cautiva.
Renováronse mis trabajos, y comenzaron de nuevo mis lástimas, a quien acompañaron las de Carino y Solercio, los cuales creyeron que en la desgracia de mi hermana y en su prisión se debía de comprehender la de sus esposas.
Y así para los siete de Marzo del año corriente de 1691, día del gloriosísimo Dr. de la Iglesia y Defensor de la Fe, Sto. Tomás de Aquino, y día en que tres años antes había sido la prisión de los embarcados, se mandaron levantar tablados, en la capacísima Iglesia de los Religiosísimos Padres de Sto.
»Digo, pues, que encima del patio de nuestra prisión caían las ventanas de la casa de un moro rico y principal, las cuales, como de ordinario son las de los moros, más eran agujeros que ventanas, y aun éstas se cubrían con celosías muy espesas y apretadas.
5 Oyendo tu caridad, y la fe que tienes en el Señor Jesús, y para con todos los santos; 7 Porque tenemos gran gozo y consolación en tu caridad, de que por ti, oh hermano, han sido recreadas las entrañas de los santos. 12 el cual te vuelvo a enviar; tú pues, recíbele como a mí mismo. 13 Yo quisiera detenerle conmigo, para que en lugar de ti me sirviese en la prisión del Evangelio;
Antes, sin embargo, había querido llamar a Vérod para ver si también él dudaba, para discutir con él sus nuevas sospechas. En los primeros días estaba oprimido por el dolor contestó, después de haber examinado todo aquello mentalmente una vez más; pero después se vio que la prisión le hacía sufrir. ¿Ve usted? exclamó Vérod.
Mi dinero se salvó en un papel, el auto de prisión; porque trapitos por aquí, trapitos por allá, el caprichito A, la chuchería B, ello es que se me evaporaron diez o doce mil reales en una mañana. Tu hermana es una liquidadora como no se ha visto. En su corazón, lleno de apetitos, está escrito con letras de oro «¡abajo los ricos!». Buena pieza, sí. Es un tigre para el bolsillo ajeno.
Esperaba con impaciencia la hora de la salida cotidiana al patio, y volvía de ella más sombrío que antes. Pedía libros, rechazaba los alimentos de la prisión, hacía que le llevaran otros de fuera. Apenas se encontró delante de Ferpierre, le dijo con mal reprimida impaciencia: ¿Más interrogatorios? ¿No quiere usted por fin reconocer la verdad?
Era una mole altanera y fosca, manchada a trechos de una costra rojiza semejante a la herrumbre. Estrechas ventanas de prisión la agujereaban al azar, y una perlada moldura, que parecía simbolizar el rosario, ornaba la base de las cuatro garitas y uno que otro antepecho. El resto del caserón era ruin y semibárbaro.
Palabra del Dia
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