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Esperaba con impaciencia la hora de la salida cotidiana al patio, y volvía de ella más sombrío que antes. Pedía libros, rechazaba los alimentos de la prisión, hacía que le llevaran otros de fuera. Apenas se encontró delante de Ferpierre, le dijo con mal reprimida impaciencia: ¿Más interrogatorios? ¿No quiere usted por fin reconocer la verdad?

Las negativas rotundas de él y su piloto á los interrogatorios de los carabineros le libraron de nuevas molestias. «No sabían nada; no habían visto nadaEl capitán acogió con fingida indiferencia la noticia de haber sido encontrado en la misma noche el cadáver de un hombre, al parecer alemán, pero sin papeles, sin nada que permitiese su identificación, en un muelle algo lejano del lugar que ocupaba el Mare nostrum.

Lo brusco de la captura, lo incómodo de la cárcel, lo pesado y quisquilloso y ofensivo de los interrogatorios, bastan y sobran para que salga D. Marcelino de la prision con su liberalismo rejuvenecido, con su aficion á la tabla de derechos, con su odio á la arbitrariedad, con su aversion al gobierno militar, con su vehemente deseo de que la seguridad personal y demas garantías constitucionales sean una verdad.

Dije todo cuanto podía decir en mi contra, reconocí haber sido yo quien la empujó a la muerte, pero negué el acto extremo. Varias veces en el curso de los interrogatorios estuvo por confesar; pero al oír el nombre de usted, al ver la dureza del juez, me contenía.

Basilio fué el único que ni aprobó asignaturas, ni fué suspendido, ni se marchó á Europa: continuó en la carcel de Bilibid, sometido cada tres días á interrogatorios, los mismos casi del principio, sin más novedad que la del cambio de jueces instructores, pues parecía que delante de tanta culpabilidad todos sucumbían ó huían horrorizados.

Cierto; sin el ardid que había empleado con la nihilista, el Príncipe y ella misma habrían continuado negando, escudándose con la verosimilitud del suicidio. Era también evidente que de los dos, el más cuidadoso de la salvación común había sido, desde los primeros días, la Natzichet. En todos los interrogatorios se había esforzado visiblemente por empujar al Príncipe a la defensa.

El señorito lo tenía todo a su tiempo y en su sitio como siempre. Ya podía vivir sin la señora. El Magistral salía y entraba sin temor de interrogatorios insidiosos; si volvía tarde, no importaba. Todo, todo le sonreía. ¡Ojalá fuera eterno el verano!

Otros pequeños pormenores habían afirmado a Ferpierre en la sospecha de que, como en los anteriores interrogatorios, en ese también la joven tomaba en cierto modo la iniciativa de la explicación del drama, e incitaba al Príncipe a seguirla; pero, con todo, estaba decidido a enviarla ante los jueces para que el debate público acabara de arrojar la luz sobre aquel misterio.

Pues bien; veamos el estado de La Rioja, según las soluciones dadas a uno de los muchos interrogatorios que he dirigido para conocer a fondo los hechos sobre que fundo mis teorías. Aquí es una persona respetable la que habla, ignorando siquiera el objeto con que interrogo sus recientes recuerdos, porque sólo hace cuatro meses que dejó La Rioja .