Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de julio de 2025
Eran las infames palabras que Velázquez acababa de pronunciar en presencia de la gente: «¡Me carga! ¡Me sofoca! ¡La he recogido en medio de la calle!...» No quiso entrar en la tienda en tal estado de agitación, por si había gente dentro: cruzó el paseo y se arrimó al pretil de la muralla.
La gente alegre y ruidosa, los labradores, la chavalería de gorrilla y tufos o de falda almidonada y pañuelo de seda, seguía por el pretil del río mirando la larga fila de casetas, en las que se aburrían los feriantes esperando al comprador que nunca llegaba.
Al cabo sacó el pañuelo para secar sus ojos que la frescura de la brisa, sin duda, había mojado, y murmuró con su habitual sonrisa bondadosa: ¡Pensé que estaba curado! ¡Buen chasco! Y se dispuso á retirarse. Pero cuando hubo avanzado un poco sintió los pasos de un hombre que venía. Retrocedió nuevamente hasta el pretil para ocultarse en la oscuridad. Al llegar cerca del farol, lo conoció.
Y furioso contra la fatalidad, que le había dado por madre a doña Manuela, cerraba los puños como si quisiera estrangular a alguien. Levantó la cabeza y vio que se había separado del pretil, siguiendo por el camino de ronda.
Juanito la veía al través de los años como una Máter dolorosa, acariciando dulcemente su cabeza de niño y pensando en el doctor Pajares, a pesar de su reciente viudez. Ya no creía en su madre. La fe se había rasgado en él como una virginidad irreparable. Le nacía daño el canto infantil, y para no llorar salió rápidamente del paseo, siguiendo el pretil del río.
La gente avanzó cuando ya los tuvieron cerca, poniéndose los que pudieron en pie sobre el pretil de la carretera.
Dejamos la calle Real, y tan luego pasamos el amplio pretil del convento, entramos en el sólido puente que se levanta sobre el río Alitao. Este divide la población con Muntingbayan, primer barrio que se encuentra yendo á Sariaya y adonde va afluyendo el vecindario de Tayabas. En dicho barrio, y á la derecha del camino se halla una espaciosa capilla abandonada.
La piedra tapizada de musgo y cubierta con la viscosidad que forma el continuo azotar de las aguas, le dan un todo imponente y majestuoso, que hace recordar los viejos sillares de los antiguos castillos descritos en legendarios romances. El que cruza de noche el amplio pretil que se extiende frente á la puerta del convento, insensiblemente acelera el paso.
Estaba en pie sobre uno de los asientos adheridos al pretil del paredón, con unos enormes anteojos de mar dirigidos hacia la lucecita verde que brillaba con intermitencias allá a lo lejos. Era con mucho la figura más elevada que salía del grupo de espectadores. ¡Don Melchor, usted aquí ya!... Acabo de enviarle un recado a su casa.
Palabra del Dia
Otros Mirando