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El anciano sacerdote habría deseado tener a Juan a su lado, y su alma se desgarraba al pensar en la separación; ¿pero dónde estaba el interés de Juan? era lo único que debía preguntarse. Lo demás no era nada... Llamaron a Juan. Hijo mío le dijo madama de Lavardens, ¿quieres venir a vivir conmigo y con Pablo durante algunos años, en París?

Se haría naviero, adquiriendo nuevos barcos, y poco á poco, por la necesidad de vigilarlos de cerca, acabaría reanudando sus viajes... ¿Para qué abandonar, pues, el Mare nostrum? Sintió que se realizaba en su interior una profunda revolución moral al preguntarse con angustia qué es lo que había hecho hasta entonces. Le pareció un desierto toda su existencia anterior.

Ruborizarse igualmente; y esto fué lo que llevó a cabo de un modo perfecto. A los tres les temblaba la voz, y después de preguntarse por la salud, no supieron qué decirse. Las miradas cargadas, de curiosidad de la gente contribuían a embarazarlos.

Si alguien hubiera podido ver en aquel momento de éxtasis al viejo Rogerio Chillingworth, no tendría que preguntarse cómo se comporta Satanás cuando logra que se pierda un alma preciosa para el cielo y la gana para el infierno. Pero lo que distinguía el éxtasis del médico del que experimentaría Satanás, era la expresión de asombro que lo acompañaba.

Ester no podía menos de preguntarse si no fué desde el principio una falta de valor, de sinceridad y de lealtad de parte suya, permitir que el ministro se encontrara en una situación de la que nada bueno, y mucho malo, podría esperarse.

, no hay duda; y á pesar de eso los asesinamos. Hay momentos, sobre todo en su desarrollo, crisis en que ella pende de un hilo. La vida parece titubear y preguntarse: ¿Duraré mucho? En aquellos instantes decisivos, nuestro contacto, la estancia en las ciudades y la vida de las muchedumbres es la muerte para aquellas criaturas vacilantes.

Después, ya en pleno idilio con Adriana, solía preguntarse, intrigado aún, si alguna llama de amor no habría flotado invisible para él, entre aquellos desvíos, que tan mansamente contradecían la atención demasiado seria y dulce con que otras veces le escuchaba. Meditando de esta suerte, le entraba gran lástima y piedad para Laura, para Adriana y para mismo.

Tocante á las proposiciones indefinidas, puede preguntarse si el sujeto se toma en sentido universal ó particular; y á esta cuestion dan orígen dos motivos: . el no estar aquel acompañado de término universal ni particular; . el observarse que el uso les señala á unas un sentido universal y á otras no.

Hablé para hombres dijo Toledo con orgullo , para hombres estropeados por la guerra; un público de héroes... No ha habido en el entierro una sola mujer. Esto fué lo más interesante para el príncipe: «Ni una mujer.» Y volvió á preguntarse una vez más qué sería de Alicia. Al caer la tarde, cuando estaba paseando por sus jardines, vió venir á lady Lewis precedida del coronel.

¡Viste!... se limitaban a preguntarse recíprocamente al ver cruzar una liebre o al ver aparecer en la puerta de su cueva algún vizcachón valetudinario. En las postas del camino cambiaron caballos que Hipólito conocía hasta en sus detalles más íntimos y sin tropiezos llegaron a la del «Paso», donde debían almorzar y sestear, según lo anunciado por Melchor. ¿Sabe que hemos andado ligero, Baldomero?