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Actualizado: 2 de mayo de 2025


. Puede preguntarse si nosotros tenemos otra intuicion del alma que la que acabamos de explicar; á esto respondo que , mientras estamos en esta vida; pero pregunto al mismo tiempo, si es cierto que en esta materia haya otra intuicion posible, que la del sentido íntimo.

Subió el joven madrileño malhumorado y cabizbajo el repechito que le quedaba hasta la casa de su tío, y mientras se iba acercando lentamente a ella, no dejaba de preguntarse con alguna inquietud: « ¿Por qué habrá querido sonsacarme ese berganteLa idea que Andrés había formado, por rumores y conjeturas más que por experiencia, del meloso D. Jaime, era la adecuada.

Y, mientras me hacía estas reflexiones, sus miradas seguían mezclándose, olvidados ambos de todo lo que los rodeaba. Y, cuando entré, no bajaron siquiera los párpados, sino que los dos se volvieron hacia , sorprendidos y contrariados; parecían preguntarse: «¿Por qué nos perturba este viejo, este extrañoTuve ganas de ponerme a chillar como un animal cuando lo degüellan.

Al despertar, la imagen quedábase fija en su memoria, ennoblecida y hermoseada por el ensueño, como una ilusión más de las muchas que llevaba en el bagaje de sus esperanzas. Maltrana, al preguntarse si amaba de veras a Feli, permanecía indeciso, no sabiendo ciertamente qué contestar.

Lo único que persistió en ella, quitándole el sueño, fué la duda de si verdaderamente aquellas dos personas habían nombrado en su conversación á la señorita de Rojas. Y volvió á preguntarse muchas veces: «¿Qué tendrán esas gentes que decir de mi niña?...» Robledo pasó igualmente una noche agitada.

Miguel no quiso preguntarse adónde iba. Su paseo era seguramente con un fin determinado, pero consideró inoportuno pensar en él. Vió de pronto dos corrientes de gentío que, viniendo en opuestas direcciones, se encontraban y confundían, subiendo juntas una escalinata corta y anchísima partida por dos pasamanos y cubierta por tres alfombras rojas. Estaba ante las puertas del Casino.

La piedra cae sin conocer su caida; el rayo calcína y pulveriza, ignorando su fuerza; la flor nada sabe de su encantadora hermosura; el bruto animal sigue sus instintos, sin preguntarse la razon de ellos; solo el hombre, en frágil organizacion que aparece un momento sobre la tierra para deshacerse luego en polvo, abriga un espíritu que despues de abarcar el mundo, ansía por comprenderse, encerrándose en propio, allí dentro, como en un santuario donde él mismo es á un tiempo el oráculo y el consultor.

Nada parece ser tan fugitivo, tan indeciso como el agua corriente vista entre juncos; es cosa de preguntarse cómo una mano humana puede atreverse á simular la fuente, con sus rasgos precisos, en el mármol ó la tela; pero pintor ó escultor, el artista no tiene más que mirar esta agua transparente, dejarse seducir por el sentimiento que le invade, para ver que aparece ante su vista la imagen graciosa y de redondeces abultadas y hermosas.

Y todo aquello que vieres que en este caso es digno de saberse, de preguntarse y satisfacerse, sin que añadas o mientas por darme gusto, ni menos te acortes por no quitármele. -Señor -respondió Sancho-, si va a decir la verdad, la carta no me la trasladó nadie, porque yo no llevé carta alguna.

Ester había pensado á menudo que la Providencia, al dotar á Perla con esta marcada propensión, lo hizo movida de una idea de justicia y de retribución; pero nunca, hasta ahora, se le había ocurrido preguntarse si, enlazada á esta idea, no habría también la de benevolencia y perdón.

Palabra del Dia

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