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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Y ellos le presentaron un denario. 20 Entonces les dice: ¿De quién es esta imagen, y lo que está encima escrito? 21 Ellos le dicen: De César. Y les dijo: Pagad pues a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 23 Aquel día llegaron a él los saduceos, que dicen no haber resurrección, y le preguntaron,
Llegaron en su marcha sin objeto a la plaza Nueva, y al ver que el jefe se detenía, agrupáronse en torno de él, con la mirada interrogante. ¿Y ahora qué hacemos? preguntaron con inocencia. ¿Adónde vamos? Juanón ponía un gesto feroz. Podéis diros donde queráis; ¡pa lo que hacemos!... Yo a tomar el fresco.
¿Qué pasa aquí? se preguntaron. Tras de un instante se volvieron a oir nuevos tiros y un lejano sonido de campanas. Hay que ver lo que es. Decidieron como más práctico que Capistun, con las cuatro mulas, se volviera y se encaminara despacio hacia la choza de carabineros donde habían pasado la noche. Si no ocurría nada en Vera, Bautista y Zalacaín retornarían inmediatamente.
Una santa... y no le hacen caso ninguno. La segunda, idéntica a su madre: le preguntaron un día con quién se había de casar, y dijo: «Con el tío Isidoro, que es rico». ¡El hermano de su padre, aquel viejo gordo, que parece una tinaja!
Y en medio de estas vacilaciones, agobiado su espíritu, rompió a llorar con la más profunda aflicción. Acudieron a ella, vino la dueña de casa, la preguntaron por la causa de su llanto, y respondió que se había puesto enferma y que deseaba retirarse.
El ayudante hablaba mejor, y adquiría cierto donaire en cuanto se trataba de denigrar al clero. Pido la palabra gritó una voz atiplada desde un palco. ¿Quién es? ¿Quién es? se preguntaron unos a otros los espectadores y los altos dignatarios del escenario. Es el hijo del Perinolo. ¿Quién? El hijo del Perinolo. El hijo del Perinolo.
Fuime por las calles de Dios, llegué a la puerta de Guadalajara, y sentéme en un banco de los que tienen en sus puertas los mercaderes. Quiso Dios que llegaron a la tienda dos de las que piden prestado sobre sus caras, tapadas de medio ojo, con su vieja y pajecillo. Preguntaron si había algún terciopelo de labor extraordinaria.
Ha, respondió Candido, es la manía de sustentar que todo está bien quando está uno muy mal. Vertia lágrimas al decirlo contemplando al negro, y entró llorando en Surinam. Lo primero que preguntáron fué si habia en el puerto algun navío que se pudiera fletar para Buenos-Ayres.
Para disimular le preguntaron a él por su salud, y a poco dijo Quevedo al farmacéutico en tono muy misterioso: «¿Ha preparado usted el cornezuelo de centeno? Basta con eso por ahora». «Qué tal, ¿paseamos mucho, joven? agregó en alta voz, volviendo hacia Maxi su cara de caimán, en la cual la sonrisa venía a ser como una expresión de ferocidad . Vamos bien, vamos bien.
Aquella primera redada consistía en diez olutarias. ¿Qué moluscos son éstos? preguntaron Hans y Cornelio, que se habían agachado para observar mejor. Los trépang dijo el Capitán ; y de los mejores, muchachos. Parecen cilindros rugosos dijo Cornelio. Sí; pero con tentáculos añadió Hans. El Capitán tomó en la mano uno de aquellos moluscos y se lo enseñó a sus sobrinos.
Palabra del Dia
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