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Actualizado: 9 de julio de 2025
Pero ¡quiá! esta mujer ha cedido porque se ha enamorado de mí. Además, ha llegado a mis manos... como nieve recién caída..., intacta. Lo dicho: acabar de una vez, pero portándome como quien soy. La cosa sale cara: ¡bah! cada uno lo gasta como le da la gana. No tengo potros de carrera, ni bebo, ni compro antiguallas, ni juego. Mujeres, eso sí. Bueno, ¿y qué? ¿en qué mejor?
Escarbemos la tierra inculta como unidos potros, y bienvenidos sean los supremos y francos sacrificios de los otros: porque en el campo inmenso de la Historia y en la vasta expansión de sus periodos hay tiempo y hay lugar para la gloria, para la gloria, por igual, de todos.
En sus cortos momentos de ocio aparecía como hombre sosegado, indiferente, linfático; pero así que tenía las cartas en la mano, o el taco, o las fichas del dominó, adquiría su figura brío inusitado, el rostro se le mudaba, las manos se estremecían como potros refrenados, los ojos expresaban la energía recóndita de su alma. Inspiraba generales simpatías en la población y las cercanías.
Por todo el horizonte se veian innumerables bandas de patos salvajes, rosados pelícanos y otros acuátiles abatiéndose en los pantanos, en medio de las vacas, las ovejas y los potros, mientras estos pacían perezosamente ó se reunían en grandes grupos para defenderse del ardor del sol, que hacia fermentar las aguas estancadas y calcinaba la inmensa llanura completamente desprovista de árboles.
Valientes escuadrones Que en ardorosos potros Oís con lanza en ristre Los ecos del clarin, En cargas redobladas Romped esas legiones, Que alzan bandera roja Del campo en el confin! Tranquilos artilleros, Al pié de la cureña, Ardiente lanza-fuego Tended sobre el cañon; Y entre humo y entre sangre, Y en nubes de metralla Vomite cada bronce Muertes y destruccion!
Agrúpense los libres Al pié de la bandera, Que las legiones rotas Aun hacen tremolar, Y firmes, denodados, Velando en la trinchera, Como la sombra al cuerpo La sigan sin cesar. Al que á su puesto falte, Al que la muerte tema, Al que cobarde tiemble ¡Oprobios veces mil! Los cascos de los potros Que doman los valientes Pisen esas cabezas Sin nervio varonil.
Y cien cadalsos ven en el vacío levantando sus moles altaneras, y ven el hacha y el ecúleo impío, y los potros, los hierros, las hogueras, y escuchan de los circos el gentío, mezclando su rugir al de las fieras; más al ver los aprestos del combate su noble corazón con fuego late.
Diré de paso que mis potros... pero no, no es de eso de lo que quiero hablarles. Ahí está. Y ahora, señores, hago una raya y paso directamente al día de mi casamiento.
Canta, poeta, canta. Pienso y no es desvarío, que ha de inmortalizar tu canto al pueblo mío. Septiembre, 1915. Al ver los oros tenues de tu encaje, tu lino de eucarística blancura, quiero curar mi hidalga desventura encarcelado en la prisión de un traje. Tal que mis potros es mi amor salvaje; pero, en mi sed de clásica aventura, yo deshojo una flor a la hermosura y la rindo perpetuo vasallaje.
Palabra del Dia
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