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Actualizado: 29 de julio de 2025


Cuando me apretaba con una presión prolongada la mano que le tendí, vi deslizarse dos lágrimas sobre sus mejillas. ¿Habría recibido las confidencias de su hija? La señorita de Porhoet me ha hecho saber que el anciano señor Laroque se halla en cama desde ayer. Ha tenido un ligero ataque de parálisis. Hoy ha perdido el habla y su estado da serias inquietudes. Se ha resuelto apresurar el matrimonio.

No tengo el hábito de juzgar con ligereza las acciones humanas, que tienen generalmente dos faces. Confieso que su conducta para con la señorita de Porhoet tiene una bella apariencia; pero... hizo una pausa, movió la cabeza y continuó con un tono serio, amargo y verdaderamente ultrajante. Pero no estoy bien segura de que no le haga la corte con la esperanza de heredarla. Sentí que palidecía.

Este extraño acontecimiento me causó la más viva sorpresa. Sin embargo, con ayuda de mis recuerdos y de los detalles confusos, que me daba Alain, llegué á darme una explicación de ellos, que noticias más positivas debían confirmar muy luego. Como ya he dicho, el negocio de la sucesión de la rama española de los Porhoet había pasado por dos fases.

La cabeza de la señorita de Porhoet se había desplomado súbitamente hacia atrás, su mirada estaba fija, resplandeciente y dirigida al cielo, sus labios se entreabrieron, y como si hablara en sueños: Dios dijo Dios, la veo... allá arriba... ... el coro... las claraboyas... la luz por todas partes... Dos ángeles de rodillas ante la Majestad... con albos ropajes... sus alas se agitan.

Es menester saber, que á principios del último siglo, un tío abuelo de la señorita de Porhoet, que estaba agregado á la casa del duque de Anjou, pasó los Pirineos siguiendo al joven príncipe, que fué después Felipe V, y fundó en España una casa que aun reina hoy.

Sin embargo, esta casa no toma seriamente pie en la historia, hasta el siglo XII en la persona de Juthaal, hijo de Conan le Tort, descendiente de la rama segunda de Bretaña. Algunas gotas de sangre de los Porhoet, han corrido por las venas más ilustres de Francia: en las de los Rohan, de los Lusignan, de los Penthièvre, y estos grandes señores convenían en que no era la menos pura.

En medio de estas íntimas miserias, cuya intensidad se redobla cada día, sólo hallaba algún consuelo al lado de mi pobre y vieja amiga la señorita de Porhoet. Ella ignoraba ó fingía ignorar el estado de mi corazón, pero, en alusiones encubiertas, y tal vez involuntarias, posaba ligeramente sobre mis llagas sangrientas la mano delicada é ingeniosa de la mujer.

Yo no podía asistir á esa fiesta, y bendije mi herida que me libraba de semejante suplicio. Escribía á mi querida Elena, á quien me esforzaba más que nunca á ofrecer mi alma entera, cuando á eso de las tres de la tarde, entraron en mi cuarto el señor Laubepin y la señorita de Porhoet.

Había habido primero, entre la señorita de Porhoet y una gran casa de Castilla, un largo proceso que mi vieja amiga había acabado por perder en última instancia; luego un nuevo proceso, en el que la señorita de Porhoet no figuraba, se había suscitado, á propósito de la misma sucesión, entre los herederos españoles y la corona, que pretendía que los bienes volvían á ella por derecho de fundación del mayorazgo.

Sea bien venida, en tan bello día, la linda niña, y abrázeme dijo la señorita de Porhoet. Ha corrido usted mucho, loquilla, pues tiene la fisonomía sumamente encendida y de los ojos le brota materialmente fuego. ¿Qué podría ofrecerle, mi maravilla? ¡Veamos! dijo Margarita arrojando una mirada sobre la mesa ¿qué es lo que hay aquí? ¡El señor se lo ha comido todo! Además, no tengo hambre sino sed.

Palabra del Dia

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