Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de mayo de 2025
Espero que de aquí en adelante podré vivir como un hombre cualquiera, que no tiene suspendidas sobre su cabeza coronas de muerte. Ya han pasado los famosos cuarenta días, y la ansiedad, la manía de persecuciones y los horribles gritos que esperaban de mí, pasaron también para siempre.
Máxîmas hay en él, dixo Pococurante, que pueden ser útiles á un hombre de mundo, y que reducidas á enérgicos versos se graban con facilidad en la memoria; pero no me curo ni de su viage á Brindis, ni de su descripcion de una mala comida, ni de la disputa digna de unos mozos de esquina entre no sé qué Rupilo, cuyas razones, dice, estaban llenas de podre, y las de su contrincante llenas de vinagre.
Basta; lo que me tengáis que decir me lo diréis en un memorial. ¿Y cómo podré dar á vuestra majestad ese memorial, rodeada como está vuestra majestad siempre de enemigos pagados por el duque? Dejad esta tarde vuestro memorial en uno de los mirtos que están bajo los balcones de mi recámara, en el palacio de El Pardo . Y me retiré al interior de la carroza.
Entonces aparecerán los dos cadáveres atravesados por una sola espada... Esta es la venganza, esta es la ley... por una sola espada... Y me quedaré tan fresco, como si tal cosa. Y podré salir por ahí mostrando mis manos manchadas con la sangre de los adúlteros y decir a gritos: 'Aprended de mí, maridos, a defender vuestro honor.
¡Mamá, hay que marcharse! ¡En seguida, hijo mío! Diga usted, doctor, ¿podré pasar la noche junto a mi Sacha? ¡Está solo el pobrecito! Nadie en nuestra familia había muerto en un hospital, y el pobre hijo mío... Y se echó a llorar. El doctor la autorizó para pasar la noche velando al difunto. La madre y el hijo se fueron.
Pero al acercarse a ella y columbrar las famosas torrecillas de ladrillo, Cecilia comenzó a empalidecer, sintió el pecho oprimido y la vista turbada. Doña Paula, que advirtió su indisposición, ordenó al cochero dar la vuelta. ¡Pobre hija! la dijo besándola. ¿Ves cómo no puedes venir? Ya podré, mamá, ya podré respondió tapándose los ojos con una mano.
Me voy extendiendo demasiado. ¡Pero hay tanto de que hablar en estos asuntos teatrales!... En fin, yo pido disculpa, y termino esta carta pidiendo también permiso para escribir otra que será definitivamente la última. Muy señor mío y distinguido amigo: Me he engolfado tanto en el asunto del teatro que no sé cómo podré salir de él tan pronto como deseo.
Espero en Dios, sin embargo, que algún día podré suplir este hueco, escribiendo una segunda parte de la presente obra, bajo el título de MÁS VIAJES POR ESPA
Quilito se debatía, diciendo que, puesto que había deshonrado las canas de su padre, debía sufrir el condigno castigo; que él no se atrevería ya a afrontar su mirada, y que la idea que Susana, su adorada Susana, conociera su delito, le enloquecía... No, yo no podré resistir esto, no podré, no podré.
María Teresa no había pensado en eso; reflexionó y aprobó la idea. ¡Tiene usted razón! Así será mejor... Voy a prevenir a mi hermano. De esta manera, mi tía no tendrá que esperarme, nos reuniremos en el teatro, y después, si yo quiero salir antes del fin del espectáculo, podré hacerlo. ¡Gracias por su idea, Juan!
Palabra del Dia
Otros Mirando