Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !


Un sudor me iba y otro me venía. Presentose al fin el clérigo con sotana y gorro de terciopelo negro y se plantó delante de diciendo: Usted me dirá. Era un hombre corpulento, barrigudo, de ancha nariz arremolachada y ojos pequeños de cerdo, negros y recelosos. No tenía acento andaluz; después supe que era riojano.

Y así le tuvieron un gran rato, porque más de quince hombres estaban sobre él, y a todos daba las manos llenas, y si se descuidaban, en los hocicos. A todo esto, el señor mi amo estaba en el púlpito de rodillas, las manos y los ojos puestos en el cielo, transportado en la divina esencia, que el planto y ruido y voces que en la iglesia había no eran parte para apartalle de su divina contemplación.

Intenté respirar, la boca se me llenó de sangre y sentí el ruido del aire al entrar por el agujero de la herida. Tenía atravesado el pulmón. Pasé días muy malos entre la vida y la muerte. Un mes estuve en cama, y al cabo de este tiempo pude levantarme hecho una momia. Don Ciriaco, desde que supo lo ocurrido, se plantó al lado de mi cama y me cuidó como a un hijo. Hortensia vino también a verme.

Pepe le había ofrecido una cantidad para su obra, si salía bien la inauguración, y nada... que se plantó allí a cobrar... Pues hablando de la familia, dijo que el primo Moreno viene también mañana con ellos. Se fue con ellos y con ellos vuelve. Yo que han pasado el verano en Biarritz, y después han ido todos a París... ¿Qué te parece a ti?

Entonces llegandoše šus Dišcipulos dixeronle, Sabes que los Pharišeos oyendo ešta palabra še offendieron? Mas rešpondiendo el, dixo, Toda planta ÿ no plantó^ mi Padre celeštial šerá dešarraygada. Dexaldos: guias šon ciegas de ciegos: y ši el ciego guiare ál ciego, ambos caerán en el hoyo^. Y rešpondiendo Pedro, dixole, Declaranos ešta parabola.

Las mujeres, más irritadas que los hombres de aquella falta de galantería, echaron mano igualmente á sus mantones y se disputaron el placer de limpiar también con ellos la mesa. Había llegado la hora del vértigo. Soledad puso el pie en una silla y de un brinco se plantó sobre la mesa, inaugurando el baile con un fuerte taconeo que electrizó á la reunión.

El primero y principal era éste: «Todo lo justo no puede ser», al cual servía de corolario este otro: «Lo justo no cabe por ninguna parte». Después había otros de menos importancia, pero igualmente inflexibles; por ejemplo: «Con un me planto yo en Pekín». «El cuándo no existía al comenzar el mundo». De aquí que Martinán no admitiese en la discusión ni síes ni cuándos, lo cual como debe suponerse hacía extremadamente embarazosa y molesta la posición de sus contrarios.

Alentado por el buen éxito de ella, salióse del montón de sus hermanos, que en tropel habían bajado con su madre detrás de , y en un dos por tres embridó el rocín después de arrojar al averío las mezquinas sobras del pienso; sacó la mansa bestia al corral, y la plantó allí, en debida forma, para que montara yo.

Un hombre mal equipado, peor armado y mugiendo el mar bajo sus pies, entre tinieblas, en medio de los hielos, fué el primero que intentó tamaña hazaña, y solo, enteramente solo, plantó cara al coloso de los mares.

Después trató de rehacerse de nuevo: «Resueltamente, mañana le digo a mi marido que la casa no me gusta y que es preciso que nos mudemos. Y a esta sinvergüenza la planto en la calle». ¡Qué cosas pasan! De improviso, obedeciendo a un movimiento irresistible, casi puramente mecánico y fatal, Fortunata se levantó y saliendo de la sala, se acercó a la puerta.